La esposa judía de Lenín, Nadezhda Krupskaya escribió sobre lo sanguinario, la crueldad y la codicia de Lenín en sus «Memorias», publicadas en Moscú en 1932. La Krupskaya describió cómo Lenín remó en un bote hasta una pequeña isla en el Río Yenisei, lugar dónde muchos conejos habían emigrado durante el invierno.
Lenín apaleó hasta la muerte a tantos conejos con la culata de su rifle que el bote se hundió bajo el peso de todos los animales muertos – un acto casi simbólico. Lenín disfrutaba de la caza y de matar.
Posteriormente, después de que había tomado el poder, mostró una actitud similarmente salvaje contra aquellos que no estaban de acuerdo con sus planes de esclavitud. ¿Y cuántos realmente apoyaron sus bárbaros métodos? En 1975, se publicó una colección de documentos en Moscú, «Lenín y la Cheka» que explican que Lenín había adoptado los métodos del terror de Maximilien Robespierre.
Este último había sido despiadado, sobre todo con la aristocracia espiritual. Ya el 24 de enero de 1918, Lenín dijo que el terror comunista debería haber sido mucho más implacable («Hay un largo camino para ir al terror real» dijo).
El 28 de abril de 1918, Pravda e Izvestiya publicaron el artículo de Lenín «Las Tareas Presentes del Poder Soviético» dónde escribió, entre otras cosas: «Nuestro régimen es demasiado blando.» Lenín pensaba que los rusos no eran lo suficientemente capaces de llevar a cabo su terror – eran demasiado bien intencionados. Por ello es que prefería a los judíos.
Naturalmente, no todos los judíos se unieron, sólo los peores, los más llenos de odio y los más fanáticos.
Este hecho, que Lenín creyera que los judíos eran mucho más eficaces en la «lucha revolucionaria» fue guardado como ‘secreto estatal’ por orden de Joseph Stalin, a pesar del hecho que María Ulyanova quería hacerlo público unos años después de la muerte de Vladimir Lenín. La hermana de Lenín creyó que este hecho habría sido útil en la lucha contra el antisemitismo (Dagens Nyheter, 15 de febrero de 1995).
El sub jefe de la Cheka, Martyn Lacis (en realidad Janis Sudrabs, un judío Letón) escribió lo siguiente en su libro «La guerra de la Cheka contra la Contrarrevolución» (Moscú, 1921, pág. 8): «Nosotros los Israelitas debemos construir la sociedad del futuro en base al miedo constante».
Lenín escribió una carta en 1918, dónde comenta la naturaleza crítica de la situación. Está claro que Lenín movilizaba a 1.400.000 judíos, la mayoría de ellos ya trabajaban para la Cheka. Tenían total libertad.
Después, Lenín escribió: «Estos elementos judíos fueron movilizados contra los saboteadores. Tuvieron éxito en salvar la revolución en esta crítica fase». (Todor Dichev, «La Terrible Conspiración», Moscú, 1994, Pág. 40-41.) Personalmente conozco a varios judíos anti-comunistas que se han distanciado de las terribles atrocidades de los judíos fanáticos en la Unión Soviética, ya que esos crímenes han desacreditado a todos los otros judíos.
El 26 de junio de 1918, Lenín dio órdenes para «extender el terror revolucionario».
En la opinión de Lenín, era imposible provocar una revolución sin ejecuciones. Deseaba disparar especialmente contra aquellos responsables de contra propaganda. Según el testimonio de León Trotsky, Lenín habría gritado aproximadamente diez veces al día durante el mes de julio de 1918: «¡¿Es ésta una dictadura?! ¡Esto es sólo un budín de sémola!».
En el mismo año, ordenó la ejecución de 200 personas en Petrogrado por la única razón que habían asistido a la iglesia; estaban trabajando en artes manuales o habían vendido algo.
Aquí hay algunos ejemplos de los «dulces» telegramas de Lenín en 1918: «Una troica de dictadores debe ser establecida y el terrorismo masivo debe comenzar de inmediato. Las prostitutas que beben con los soldados y los ex funcionarios deben ser fusiladas o deportadas en seguida. ¡No podemos esperar un solo minuto! ¡A toda velocidad con los arrestos masivos! ¡Ejecute a los poseedores de armas! ¡Comience la deportación masiva de los Menshevikes y de los otros sospechosos! “(«Collected Works», 3a edición, Vol. 29, pág. 489.) «En la lucha de clases, hemos apoyado siempre el uso de terrorismo.» («Collected Works», 4ta edición, Vol. 35, pág. 275.) «¡Las ejecuciones deben aumentarse!” («Collected Works», 5ta edición, Vol. 45, pág. 189.) El historiador de guerras, Dmitri Volgokonov, encontró en los archivos del KGB un terrible decreto que publicó en su libro. En este decreto, Lenín ordenaba que se debiera colgar a todos los campesinos que se resistieran a los bolcheviques. El tirano especificó: «¡Por lo menos cien de ellos, para que todos los puedan ver!» Los campesinos en la provincia de Penza comenzaron a resistirse a principios de agosto de 1918.
Lenín envió en seguida un telegrama al comité ejecutivo local con las instrucciones de comenzar a practicar el terror implacable contra los kulaks (granjeros acomodados), contra los sacerdotes y los Guardias Blancos.
Recomendaba que todas las «personas sospechosas» debieran ser enviadas a los campos de concentración.
Tres días después, envió un nuevo mensaje en que expresaba sorpresa por no haber recibido ningún mensaje en respuesta a sus demandas. Esperaba, decía, que nadie estuviera mostrando alguna debilidad al tratar con la revuelta y escribió que las posesiones de los granjeros (sobre todo el maíz) debían ser confiscadas.
Winston Churchill llamó a los bolcheviques «mandriles enfadados» el 26 de noviembre de 1918.
Las listas de aquéllos fusilados y ejecutados de otras formas, fue publicada en el periódico semanal de la Cheka. De esta manera puede demostrarse que 1.7 millones de personas fueron ejecutadas durante el período 1918-19.
Un río de sangre fluyó a través de Rusia. La Cheka tuvo que emplear a ‘contadores de cuerpos’.
Según los informes soviéticos oficiales de mayo de 1922, 1.695.904 personas fueron ejecutadas entre enero de 1921 hasta abril de 1922. Entre estas víctimas hubo obispos, profesores, doctores, oficiales, policías, gendarmes, abogados, funcionarios civiles, periodistas, escritores, artistas, enfermeras, obreros y granjeros… Su crimen era: «… pensamiento anti-social … » Aquí debe señalarse que la Cheka estaba bajo el control de judíos, según dicen los documentos ahora disponibles. Mucho de esto ya era conocido en 1925. El investigador Larseh escribió en su libro «La Sed de Sangre del Bolchevismo» (Wurttemberg, pág. 45) que el 50 por ciento de la Cheka lo formaban judíos con nombres judíos, el 25 por ciento eran judíos que habían tomado nombres rusos. Todos los jefes eran judíos.
Lenín estaba bien informado sobre todos estos serios crímenes. Todos los documentos eran puestos en su escritorio. Lenín contestaba: «¡Ponga más fuerza en el terror … ejecute a una de cada diez personas, ponga a todos los sospechosos en campos de concentración!» La idea de «campos de concentración» no fue la invención de Hitler, como tantos ahora creen. En la realidad, los primeros campos de concentración fueron construidos en 1838 en los Estados Unidos para los indios. Este método de aislar a las personas también atrajo a otros gobernantes crueles. En 1898 se construyeron los campos de concentración en Cuba, donde los españoles encarcelaron todos los elementos de la oposición. En 1901, los ingleses usaron la misma fórmula de encarcelamiento colectivo durante el Guerra de los Bóer, dónde el nombre «campos de concentración» también fue usado. 26.000 mujeres y niños Boer fueron asesinados por hambre en los campos británicos; 20.000 de ellos tenían menos de 16 años de edad.
Lenín encarceló a las personas sin juicio ni sentencia, a pesar del establecimiento de los tribunales revolucionarios, tal como fue el caso en Francia bajo los Jacobinos.
Lenín afirmaba que en realidad, los campos de concentración eran escuelas de trabajo.
(Mikhail Heller y Alejandro Nekrich, doctores de historia, «La Utopía en el Poder», Londres, 1986, pág. 67.) Lenín también afirmaba que la fábrica era la única escuela de los obreros. Que no necesitaban otra educación. Enfatizaba que cualquiera que pudiera hacer una simple aritmética podía dirigir una fábrica.
Tan igual como el terror de los Jacobinos en Francia, los funcionarios bolcheviques judíos usaron las barcazas para ahogar a las personas. Bela Kun (en la realidad Aaron Kohn) y Roza Zemlyachka (en la realidad Rozalia Zalkind) ahogaron a oficiales rusos de esta manera en Crimea en el otoño de 1920. (Igor Bunich, «El Partido del Oro», St.
Petersburgo, 1992, pág. 73.) El judío extremadamente cruel, Mikhail Kedrov (en la realidad Zederbaum) ahogó a 1.092 funcionarios rusos en el Mar Blanco en la primavera de 1920.
Lenín y sus cómplices no arrestaban simplemente a cualquiera. Ejecutaron a los más activos de la sociedad, a los pensadores independientes.
Lenín dio órdenes para matar a tantos estudiantes como fuese posible en varios pueblos. La Cheka arrestaba a cada joven que llevara una gorra escolar. Fueron liquidados porque Lenín creía que los próximos intelectuales rusos serían una amenaza para el régimen soviético. (Vladimir Soloukhin, «A la Luz de Día», Moscú 1992, pág. 40.) El rol de los intelectuales rusos en la sociedad fue tomado por los judíos.
Muchos estudiantes (por ejemplo en Yaroslavl) aprendieron rápidamente y escondieron sus gorras escolares. Después, los Chekistas detenían a todo joven sospecho e investigaban su pelo buscando la raya de la gorra escolar. Si era encontrada la raya, el joven era ejecutado en el acto.
El escritor Vladimir Soloukhin reveló que los hombres de la Cheka estaban especialmente interesados en los muchachos guapos y en las muchachas bonitas. Éstos fueron los primeros en ser asesinados. Se creía que habría más intelectuales entre las personas atractivas. La juventud atractivas por consiguiente fue aniquilada como un peligro para la sociedad. Ningún crimen tan terrible como éste ha sido descrito hasta aquí en la historia del mundo.
El terror era coordinado por el funcionario de la Cheka, Joseph Unschlicht.
¿Cómo se cometieron los asesinatos? Los Chekistas judíos sazonaban los asesinatos con varios métodos de tortura. En su documental «La Rusia que Nosotros Perdimos», el director Stanislav Govorukhin cuenta cómo el sacerdote en Kherson fue crucificado. El arzobispo Andronnikov en Perm fue torturado: sus ojos fueron sacados, sus orejas y nariz fueron cortadas. En Kharkov, el sacerdote Dmitri fue desnudado. Cuando él intentó hacer la señal de la cruz, un Chekista le cortó su mano derecha.
Varias fuentes cuentan cómo los Chekistas en Kharkov pusieron a las víctimas en una fila y clavaron sus manos a una mesa, hacían un corte en las muñecas con un cuchillo, vertían agua hirviente sobre las manos y tiraban de la piel. Esto era llamado «sacar el guante». En otros lugares, la cabeza de la víctima era puesta sobre un yunque y era lentamente aplastada con una prensa a vapor. Aquellos que deberían sufrir el mismo castigo al día siguiente eran obligados a mirar.
Los ojos de dignatarios de la iglesia eran arrancados fuera de sus orbitas, sus lenguas eran cortadas y los enterraban vivos. Hubo Chekistas que acostumbraban a abrir el abdomen de sus víctimas, seguido de lo cual, cortaban un trozo de su intestino delgado sacando una pequeña porción y esta la clavaban a un poste del telégrafo y, con un látigo, forzaban a la desafortunada víctima a caminar en círculos alrededor del poste hasta que todo el intestino había sido desenredado y la víctima moría.
El obispo de Voronezh fue hervido vivo en una olla grande, después de esto se obligó a los monjes, con revólveres apuntados a sus cabezas, a que bebieran esta sopa.
Otro Chekistas aplastaban las cabezas de sus víctimas con atornilladores especiales, o los taladraban usando herramientas dentales. La parte superior del cráneo era aserrada y el más cercano en la línea era obligado a comer cerebro, siguiendo el procedimiento hasta el fin de la fila.
Los Chekistas arrestaban a menudo a familias enteras y torturaban a los niños delante de los ojos de sus padres, y a las esposas delante de sus maridos.
Mikhail Voslensky, un ex funcionario soviético, describió algunos de los crueles métodos usados por los Chekistas en su libro «Nomenklatura» / «Nomenclatura» (Estocolmo, 1982, pág. 321): «En Kharkov, las personas eran escalpadas. En Voronezh, las víctimas de torturas fueron puestas en barriles en los que se martillaron clavos para que dañaran a quien estaba en el interior y luego hacían rodar los barriles. Con una estrella de 5 puntas (normalmente usada anteriormente en la magia) al rojo «marcaban» las frentes de las víctimas. En Tsaritsyn y Kamyshin, se amputaron las manos de víctimas con una sierra. En Poltava y Kremenchug, las víctimas fueron empaladas. En Odessa, les asaron vivos en hornos o les rompieron a pedazos. En Kiev, las víctimas fueron puestos en ataúdes con un cuerpo descompuesto y enterrados vivos, sólo para ser sacados nuevamente después de media hora».
Lenín estaba descontentó con éstos informes y exigía: «¡Pongan más fuerza en el terror!» Todo esto pasaba en las provincias. El lector puede intentar imaginar cómo fueron ejecutadas las personas en Moscú.
El periódico ruso judío Yevreyskaya Tribuna, declaró que el 24 agosto de 1922 que Lenín había preguntado a los rabinos si estaban satisfechos con las ejecuciones particularmente crueles.