En el otoño de 1989, los crímenes del dictador rumano, Nicolae Ceausescu, contra el pueblo rumano y la minoría húngara fueron discutidos en la televisión sueca. En el estudio estaba Jorn Svensson, funcionario del partido de Izquierda Comunista (VPK), quién afirmaba que los comunistas de europa oriental no eran verdaderos seguidores de la ideología de los obreros porque se habían desviado de la doctrina Marxista.
Desde entonces, los crímenes de los comunistas de europa oriental han llamado cada vez más la atención del público. Por consiguiente, sus simpatizantes en Occidente buscaron tomar una distancia simbólica de ellos, para no arriesgar sus propias oportunidades en las misiones en el futuro. Naturalmente, ellos se consideraron como los verdaderos comunistas, a pesar de haber dado previamente todo su apoyo a los bolcheviques en el Este.
Esto se ha transformado en una materia tan seria que ellos afirman ahora que estas simpatías fueron un grave error. Algunos de los Partidos comunistas occidentales comenzaron a camuflarse para esconder sus verdaderos principios, tal como el Partido Comunistas de Suecia que cambió su nombre a Partido de Izquierda.
Los comunistas franceses exigieron que su líder, Georges Marchais, dimitiera porque había tomado vacaciones en el Mar Negro como invitado de Ceausescu. Marchais intentó salvarse a sí mismo con un truco barato: declaró que él se había distanciado del régimen comunista en Rumania un año antes, cuando dijo en televisión que el gobierno de Bucarest no tenía nada en común con el socialismo. El 28 de diciembre de 1989, él expresó su esperanza en el periódico l’Humanite que el verdadero socialismo podría comenzar a ser construido ahora en Rumania.
Probablemente, los trescientos millones de víctimas del comunismo no son suficientes para que ciertas personas ingenuas puedan percibir el mal en la doctrina Marxista. No existe ninguna persona honesta que aceptaría una visión similar de los males de los nacional socialistas alemanes, el pensar que los líderes pasaron a ser delincuentes que partieron de una «doctrina verdadera y benévola», a pesar del hecho que las víctimas del régimen Nazi estaban muy lejanas del número de aquellos que perecieron en los países que los comunistas tomaron.
Milovan Djilas, uno de los más conocidos expositores del comunismo, declaró en una entrevista para la revista alemana Der Spiegel (también publicada en el diario sueco Svenska Dagbladet, 13 de abril de 1983) que él creyó que la idea del comunismo había evolucionado desde la cultura Occidental, del Judaísmo, de la filosofía Utópica, de la Cristiandad y las sectas medievales.
Nosotros encontramos de hecho, algunas similitudes entre el sistema comunista y la estructura de poder de la iglesia cristiana, sobre todo con respecto a la ideología y a la actitud intolerante.
Incluso unos pocos cristianos (no muchos) han, en retrospectiva, condenado a los Padres de la Iglesia por sus atroces actos de violencia y por poner las bases de un sistema de totalitarismo religioso en Europa. Ciertos Cristianos han llamado a estos criminales Padres de la Iglesia y otros bárbaros laicos «Cristianos que fingen serlo».
Al mismo tiempo ellos hacen notar un punto afirmando que no hay nada intrínsecamente equivocado en la doctrina; que la falta está en la oveja que se ha desviado del camino de la verdadera doctrina. Es bastante improbable que tal doctrina estuviese sin error. Los Budistas no han emprendido ninguna guerra religiosa, ni han torturado a alguno de sus disidentes.
Ellos tampoco, como los Cristianos y los comunistas, han forzado sus enseñanzas sobre cualquiera con violencia. Los Cristianos y los comunistas, ambos, han sido especialmente intolerantes hacia sus disidentes.
Ambos, tanto la Iglesia y el Marxismo fueron creados con una visión de esclavitud. Ambas doctrinas se han escindido en diferentes facciones, y las dos también han exigido el monopolio de la verdad. El desarrollo en los veinte siglos de historia y ciencia han demostrado que estas doctrinas están intrínsecamente equivocadas y han explotado sus dogmas.
Sovietólogos han revelado los penosos hechos sobre el Marxismo, y muchas ideas cristianas han sido derrocadas por la investigación en las físicas cuánticas. (Paul Davies, «Dios y las Nuevas Físicas», 1983.) Incluso una mirada superficial al Nuevo Testamento que se afirmaba era sagrado revela que las descripciones que allí se hacen no tienen apoyo de evidencia alguna. Por ejemplo, la descripción de Herodes el Grande es completamente errónea – no hay ninguna evidencia que él ordenó alguna matanza masiva de niños en su vida.
Comparado a otros, él parece haber sido un rey benévolo. Evidencias históricas muestran que él, durante la gran hambruna en Judea, 24 años antes de la era cristiana, compró alimentos en Egipto con dineros del gobierno y de su propio dinero, después de lo cual organizó una flota para traer los suministros y distribuirlos dentro de su reino.
«Su generosidad se probó ser espectacular», según el historiador Michael Grant («Herodes el Grande», Nueva York, 1967, Londres, 1971).
Cuando parte norte (y más pobre) mitad de Suecia padeció hambre al final del siglo diecinueve, el Obispo de Harnosand se negó a distribuir alimentos entre las personas, para que ellos no se acostumbraran a la idea, que tenían derecho gratuitamente a algo; era mejor que la congregación padeciera hambre hasta la muerte.
(Dagens Nyheter, 24 de diciembre de 1989.) Los Comunistas son tristemente famosos de causar el hambre masiva confiscando el grano de todos los campesinos. Nacionalizaron la tierra de los campesinos para hacerlos dependientes al estado. Cristianos y comunistas confiscaron las tierras y posesiones de sus «enemigos» más peligrosos.
El emperador romano Gaius Julius Caesar (100-44 B. C.) hizo lo contrario comprando tierra él mismo y regalándola a sus soldados para hacerlos independientes del estado.
En los años veinte, los ideólogos soviéticos sostuvieron que el «estado comunista» fundado por Johannes Bockelson en Munster en 1534 era como un ejemplo.
Un grupo de fanáticos Anabaptistas (grupo religioso protestante que se opone al bautismo infantil) guiados por Johannes Bockelson tomaron el poder en Miister, Westfalia el 23 de febrero de 1534, dónde proclamaron la Comuna Miister, también llamada «Nueva Jerusalén».
Esta comunidad se tranformó en morada de una crueldad extrema. Tres días después de la toma del poder, el primer líder de la comunidad, Jan Matthijs, expulsó a todos aquellos que no estaban dispuestos a aceptar sus creencias.
Después, el liderazgo pasó al judío bautizado, Johann Leiden, que se proclamó a sí mismo Rey de Nuevo Sión (Miinster), y el concejo del pueblo fue reemplazado por un concejo de doce apóstoles.
Confiscaron la propiedad de la iglesia y la riqueza de aquellos que habían huido.
Prohibieron el comercio, obligaron al deber de trabajo y abolieron el dinero. Todo sería poseído colectivamente -a las personas sólo se les permitió guardar sus herramientastodo lo que se producía fue confiscado por la comuna y fue introducida la poligamia.
Se pensaba que esta comunidad se transformaría en el «Reino de los Mil Años de Paz» (El Milenium).
El mal reinó en Miinster durante dieciséis meses hasta que las tropas del Obispo arribaron el 25 de junio de 1535 y ejecutara a todos los líderes de la comunidad.
Después, los Bautistas y los Mennonites surgieron de la ideología de los Anabaptistas.
Los Anabaptistas también tomaron parte en el levantamiento campesino e incitaron a los pobres a sublevarse en varias ciudades en Alemania y Holanda.
Los propagandistas soviéticos se impresionaron particularmente por el terror político que era la base de las tácticas Anabaptistas. Ambos, Joseph Stalin y Félix Dzerzhinsky fueron ordenados como sacerdotes, y tenían los ejemplos a mano. En los años treinta, Stalin comenzó oficialmente a comparar el Partido Comunista con los Caballeros Teutónicos de la Espada (Fratres Militiae Christi) del Siglo XIII.
El religioso Taborite fanático, Thomas Muntzer, intentó tomarse el poder en Alemania central durante 1524-25 con la ayuda de enfurecidos campesinos . Él creyó que las reformas de Martin Luthero fueron insuficientes y quiso abolir la propiedad y derrocar la aristocracia.
También pueden encontrarse descripciones de eventos similares de una fecha aún más temprana.
Los Hermanos de los Apóstoles, guiados por el fanático Fray Dolcino, tomó el poder en Vercelli, al norte de Italia, a principios del 1300. Sólo la pobreza le parecía virtuosa a ellos, y por ellos mataron a toda persona rica en la ciudad.
El régimen terrorista de los Hermanos de los Apóstoles duró tres años, de 1304 a 1307. No lograron alguna forma de igualdad social.
Las raíces del comunismo también se encuentren en el libro «El Príncipe», escrito por Niccolo Machiavelli (1469-1527) quién fue secretario del Concilio de Diez en la república de Florencia.
El libro presenta técnicas de manipulación cínica y falsedades para apoyar una dictadura ilimitada.
Se publicó después de su muerte, en 1532.
Un chiste soviético decía: «El Cristianismo sólo predicó las ventajas de la pobreza, los comunistas la impusieron.» Las similitudes entre la historia del comunismo y la Cristiandad son a veces sorprendentes. Los líderes Bolcheviques no se asustaban de matar a nueve personas inocentes si la décima víctima era un verdadero opositor.
Los cruzados ocuparon el pueblo francés Beziers en el año 1208, y su líder, Arnold Amalric, un judío bautizado, dio una orden típica de ese tiempo: «¡Dadles muerte a todos – Dios reconocerá a los suyos!» Cuando el jefe de la Cheka (policía política), Félix Dzerzhinsky informó a Lenín en el verano de 1918 que quinientos intelectuales (científicos y figuras de la cultura) habían sido ejecutados, Lenín se puso eufórico.
Cuando el Papa Gregory XIII supo que 60.000 Huguenotes habían sido asesinados por herejes, entre el 24 al 26 de agosto de 1572, se puso igualmente eufórico y dio una gran fiesta, dirigió un servicio de la iglesia, e incluso acuñó una nueva moneda para celebrar la matanza. Esta información viene del libro de Buchwald «La Historia de la Iglesia.» En 1198, la iglesia estableció una comisión para perseguir y procesar a los herejes. Esto se transformó después en la Santa Inquisición.
En 1483, Tomás Torquemada (1420-1498), un Marrano (judío bautizado), fue designado Gran Inquisidor de Castilla y Aragón. En 1492, expulsó a todos los judíos que se negaron a volverse Marranos.
Torquemada trabajó intensivamente durante 18 años y llevó a muchas personas a la hoguera. Se dice que habría ejecutado a muchos niños personalmente. Se quemaron muñecos simbólicos de paja en lugar de aquellos que habían sido acusados en ausencia.
Muchas personas fueron encarceladas de por vida, y Torquemada envió miles a las galeras.
El terror de la Iglesia en España fue, sin embargo, substancialmente menor que en el resto de Europa. Los profesores Henry Kamen (Barcelona) y Stephen Haliczer (Illinois) han hecho revisiones importantes a la información con respecto a la magnitud de la administración de justicia por la Inquisición.
Según el profesor José Alvarez-Junco de la Universidad de Tuft, la Inquisición sólo ejecutó, a lo más, 5.000 españoles durante 350 años, mientras por lo menos 150.000 personas («brujas») fueron quemadas en la hoguera como herejes en los otros países cristianos. Concluye que todos los historiadores han extendido la exagerada información e incluso los mitos sobre la Inquisición.
Este Gran Inquisidor hizo de la tortura una herramienta eficaz: se quemaban ciertas partes del cuerpo, a ciertas partes se le martillaban clavos a través de ellas, ciertas víctimas escogidas fueron desolladas vivas. Para asegurar sus posesiones, él acusó a otros Marranos de falsificar su obediencia a la Cristiandad.
Otro Marrano, Isaac Abrabael, controlaba las finanzas españolas en ese momento.
En diciembre de 1917, una comisión especial para enfrentar a los contrarrevolucionarios fue creada en Petrogrado. Esta organización se llamó ‘Cheka’ en la Rusia soviética, y fue especialmente infame bajo sus abreviaciones siguientes – OGPU, NKVD, y por último como la KGB.
La Inquisición animó a que los niños traicionaran a sus padres «herejes» y a los matrimonios para entregarse unos a otros. Cada denunciante era pagado con cuatro monedas de plata. Los oficiales soviéticos animaron a un tipo similar de traición. Hay todavía más similitudes entre las instituciones de los Bolcheviques, la Iglesia católica romana, y los francmasones. Las altas figuras de la iglesia tenían comisarios que portaban cartas autorizándoles a ejercer la autoridad de sus maestros. Similares oficiales fueron usados en relación con la llamada revolución francesa y también por los Bolcheviques.
Los espías usados por la iglesia y la Inquisición se llamaron ‘Milicia de Cristo’; los agentes y los órganos de reconocimiento de los dictadores comunistas fueron llamados «Milicia del Pueblo». El sistema soviético tenía una jerarquía de concejos, o los Soviet como eran conocidos, de los cuales sólo el más alto, el Soviet Supremo, tenían el derecho de perdón – un sistema evocativo del Kahal Judaico.
Los comunistas y los Cristianos han practicado un barbarismo terrible contra sus opositores.
Después que los cruzados llegaron al río Carnascio el 23 de marzo de 1307, ellos tomaron prisionero al líder de los Hermanos del Apóstol, Fray Dolcino, después de destruir primero su ejército de mil hombres.
Fue horriblemente torturado y luego ejecutado el 1 de junio de 1307. Durante un día completo fue mostrado a través de las calles de Vercelli en un carro, mientras pedazos de su cuerpo eran arrancados con un par de tenazas al rojo. Sus hombros se estremecieron un poco al parecer, cuando los verdugos arrancaron su nariz, pero se había mantenido callado el resto del tiempo.
Lenín y Stalin mostraron un sadismo similar cuando liquidaban a sus antagonistas.
Los Cristianos y los comunistas han empleado a criminales a sabiendas. En 1095, el Papa Urbano II Clermonti liberó a los asesinos, ladrones y a otros delincuentes para que pudieran tomar parte en la cruzada en 1096. En su camino a través de Europa, estos criminales robaron todo cuanto pudieron. (Mikhail Sheinman, «Paavstlus» / «El Papado», Tallinn, 1963, pág. 32.) El líder bolchevique León Trotsky liberó a los delincuentes para aterrorizar la población. Mao Zedong hizo lo mismo.
La religión del Marxismo tuvo raíces en la Cristiandad. Tal como Bertrand Russell señalara: Yahweh = el Marxismo dialéctico.
El Mesías = Marx.
Los Elegidos = el proletariado.
La iglesia = El Partido Comunista.
La Segunda Venida de Cristo = La Revolución.
El infierno = El castigo a los capitalistas.
El milenio o mil años del reino de paz = Comunismo.
Los bolcheviques tenían sus propios diez mandamientos, tal como la iglesia, se burlaban también de sus antagonistas.
El totalitarismo de la iglesia pertenece al pasado, pero si la iglesia recobrara alguna vez su poder anterior, sus atrocidades probablemente se repetirían. El historiador jesuita Luigi Ciccutini creyó en 1950, que la iglesia tenía el derecho divino para juzgar e intervenir totalmente en cualquier materia. Afirma que la iglesia estaba justificada en quemar en la hoguera a Filippo Giordano Bruno en febrero del 1600.
Un peligro similar nos espera si los comunistas (con la ayuda de la élite financiera) llegaran a ser nuevamente fuertes. Después de todas sus atrocidades, debemos ignorar sus hermosos eslóganes.
Uno puede caracterizar la Cristiandad y el comunismo como ideologías sumamente anti-culturales, ambas persiguieron a las figuras culturales líderes.
Los dos han impedido el desarrollo libre de la ciencia. Debido a la actitud reaccionaria de la iglesia, muchas verdades científicas, religiosas y esotéricas aún no se han aceptado.
Uno de los peores crímenes de la Cristiandad fue el incendio ordenado por el patriarca Theophilus que llevó a la destrucción completa de la biblioteca más grande del mundo antiguo en el templo de Serapis en Alejandría en el año 391 A. D.
La raíz de este crimen era el odio de la iglesia y la intolerancia al conocimiento que emanaba de la cultura Greco-Romana clásica pagana. Otro ejemplo es el asesinato de la filósofa y matemática Hypatia en Alejandría en el año 415 A. D.
Los comunistas también quemaron libros y persiguieron las figuras culturales.
Prohibieron incluso la profesión del Director de Orquesta porque «las orquestas podían tocar absolutamente bien sin Directores». Más tarde, viendo que sus orquesta no funcionaban sin sus líderes, los comunistas tuvieron que cambiar su melodía.
El Papa León X (1513-1521) creyó legal y apropiado usar «cuentos maravillosos sobre Jesús Cristo que nos ha dado tantas ventajas», cuando estaba ante el panel festivo y levantó su vaso. (Henry T. Laurency, «Livskunskap Fyra», Skovde, 1995, pág. 179.)
Moisés Hess, uno de los fundadores más importantes de la ideología comunista, creía que el comunismo era la mentira perfecta para extender la destrucción.(Moisés Hess, «Correspondencia» / «Briefwechsel», La Haya, 1959.) Es lamentable que ideologías cuyo principio fundamental es aún la intolerancia, detengan el desarrollo moral. Dos obispos suecos, Gottfrid Billing en Vasteras, 1888, y Bo Giertz en Gothenburg, 1950, creían que sería mejor aplastar la cabeza de un niño con una piedra que no bautizarlo (Henry T. Laurency, «Livskunskap Fyra», Skovde, 1995, pág. 185). Incluso hoy en día, Protestantes y Cristianos católicos se continúan aterrorizando y asesinando brutalmente unos a otros en Irlanda del Norte.
Hacia el final de su reino, bajo Mikhail Gorbachev, los líderes comunistas en la Rusia se preparaban para pedirle a la Iglesia Ortodoxa Oriental rusa ayuda para conservar su poder. Sin embargo, lo que ha sido creado con violencia no puede sobrevivir mucho tiempo.
A pesar del hecho que ninguno fue permitido dejar el partido comunista soviético sin retribución, aún así, se derrumbó cuando miles de personas comenzaron a dejar esta institución criminal en 1990. En agosto de 1991, después de que el partido comunista intentó derrocar las reformas de Gorbachev, el presidente ruso Boris Yeltsin declaró ilegal al Partido comunista, tal como el Partido Nacional Socialista (Nazi) se proscribió después de la Segunda Guerra Mundial.
La vida misma les obligó a repudiar su primitivo e irreal materialismo dialéctico como una dogma infalible, comenzando con el libro «sagrado» «Das Kapital», y los «profetas» – Lenín, Mao, y otros asesinos de masas.
Estos adoradores de la violencia aún tienen su «urna santa» – el Mausoleo de Lenín – pero más pronto o más tarde ellos comprenderán que su Mesías, Marx, está tan muerto como su ismo.
Pero la más preocupante y desafiante pregunta aún permanece – ¿Podremos percibir las nuevas reencarnaciones de este mal?
Amigos, sólo he leído este capítulo, mas espero encontrarme con el otro poder dentro de sus páginas.
Qué tal el poder que ha desplegado el pragmatismo anglosajón?
Tomando en cuenta que ellos son hijos de las hordas germánicas.
Me encontraré leyendo tal vez sobre sus templos en San José Ca.