Cuando las situaciones se tornan difíciles las determinaciones fuertes son las más seguras – Tito Livio

Si tu deseo por recobrar la salud es lo suficientemente poderoso, todas las fuerzas del universo te ayudarán a sanar.

La vida adquiere un dulce sabor cuando se empieza a luchar por ella. – M.A.

Incurable es una palabra que debiera borrarse del diccionario. – M.A.

¡Se acabo la paciencia y resignación: VAMOS A SANAR!

A diario el mundo científico reporta casos de curaciones misteriosas, milagrosos, espontáneas o como quiera que se les llame, que dejan perplejos a los médicos que son testigos de los casos. Parece como si los conceptos actuales de la ciencia médica se vinieran abajo ante hechos tan desconcertantes.

Lo importante es que a diario ocurren aquí, y en cualquier parte del mundo. A través de las épocas también se han reportado los mismos fenómenos de curaciones inexplicables que ocurren, muchas veces, de la noche a la mañana. Personas que por mucho tiempo estuvieron reducidas a una silla de ruedas o que no se podían levantar de una cama, se les ha visto luego caminar solas por las calles, alegres y saludables.

¿Por qué ocurre esto y cómo se realiza el milagro? Para la Antemedicina no existen milagros. Toda enfermedad tiene una causa que la origina y sólo desaparece cuando cesa la causa que la motiva. Ninguna enfermedad aparece o desaparece sin causa alguna.

El fracaso en el tratamiento de las enfermedades rebeldes se debe a que se ataca el síntoma, las molestias que produce, pero se hace caso omiso a la causa que sigue carcomiendo mientras se le echan medicamentos al organismo por tiempos prolongados que lo debilitan más. Lo grave es que hoy, en la época más adelantada en tecnología y conocimiento, la medicina actual reconoce que ignora las verdaderas causas de casi todas las enfermedades. ¿Si no se conoce una causa, cóo se puede aplicar un remedio? En el caso de las enfermedades persistentes, al médico, en general, lo que más le interesa es quitar el síntoma y librar al paciente de las molestias que lo desesperan.

El médico deja que la causa la investiguen los laboratorios fabricantes de medicamentos. Éstos últimos, cuando descubren algo, envían lujosos catálogos a farmaceutas que ganan jugosas comisiones por vender el fármaco «quita síntomas», en tanto que la enfermedad, o sea la causa, sigue ahí carcomiendo.

Muchos médicos no hacen si no cumplir, sin convicción, la tarera de ser distribuidores de drogas. – Doctor Pieer Carlom

Cómo Descubrir la Verdadera Causa

En el interior de una casa su dueño poseía un costoso televisor. Por las aceras de la residencia pasaban frecuentemente ladronzuelos en busca de alguna oportunidad para robar. En 20 años nunca había ocurrido nada porque la puerta era resistente y bien asegurada.

Una vez el empleado dejó la puerta abierta; de inmediato un ladronzuelo entró, robó el televisor y, fuera de eso, hizo grandes daños tratando de encontrar dinero. Cuando el dueño de casa regresó se dio cuenta que su residencia estaba llena de más ladrones, y llamó a la policía; ésta entró disparando tratando de matar a los pillos. Las balas acabaron por destruir lo que quedaba bueno en la residencia.

Esto es lo que comúnmente se hace. El dueño de la casa es el alma paciente, la que experimenta el dolor y sufre. La casa es el cuerpo que alberga los diferentes órganos: la puerta es el sistema inmunológico que cierra la entrada de microorganismos o la permite. Los ladronzuelos son los virus, bacterias, y demás elementos que nada hacen mientras no los dejen entrar. La policía son los médicos, y las balas son los medicamentos que destruyen. El final del cuento, destrucción total, o sea, enfermedades incurables por el simple hecho de haber dejado la puerta abierta (sistema inmunológico distraído).

En el ejemplo anterior ¿cuál fue la verdadera causa del robo; el ladronzuelo o quien dejó la puerta abierta? Cualquier persona inteligente y sensata sabe que la causa primaria fue el empleado que dejó la puerta abierta puesto que el ladronzuelo hubiese podido estar toda la vida cerca pero sin hacer ningún daño.

Es evidente que los microorganismo no son los verdaderos causantes de las enfermedades. Ellos siempre están ahí, en nuestras propias narices; pero son neutros; no hacen daño mientras no entren y el organismo no esté inmunocomprometido y con ambiente óptimo para proliferar. No son causa, más bien son efectos.

La medicina sostiene que el causante de la gripa es un virus; lejos está de serlo. El microorganismo es simplemente un agente oportunista que interviene pero ni es la enfermedad, ni es la causa, ni es el síntoma; y, por esta confusión, es que la medicina nada ha podido hacer contra la influenza. Las farmacias recetan antibióticos, pero esto es un error gravísimo. Los comerciantes anuncian medicamentos contra los síntomas, y los médicos sinceros dicen que lo mejor para la gripa es un pañuelo; o una vacuna, dicen otros, pero más adelante hablaremos de ese error.

Creo que es necesario que todas las enfermedades toquen las puertas de nuestro organismo pra que él las reconozca; pero no es necesario que las mandemos a entrar para quedarse.

La Antemedicina erradica las causas y la persona nunca más será molestada por esa enfermedad ni por ninguna otra.

 ¿Por Qué Se Pierde la Esperanza?

En la actualidad abundan libros que tratan el tema de combatir enfermedades. Ilustran una causa aparente o ya preestablecida en un manual y recomiendan un remedio impuesto por una compañía comercial fabricante de medicamentos; esto asegura que el síntoma se aleje.

En síntesis, el síntoma «A» se combate con el medicamento «B» y la dolencia «Y» se cura con el medicamento «Z». Por otra parte, el problema No. 1 se arregla con el bisturí No. 2 y la enfermedad 3 se combate con radiación grado 4. Todo ya está calculado en manuales y procedimientos.

Todo funciona muy bien cuando se trata de enfermedades en sus comienzos o cuando en el organismo se origina alguna «crisis de desintoxicación» en las cuales aparecen síntomas molestos. Estas voces de alarma son reprimidas por los medicamentos y el paciente queda  contento, no sabiendo que el acallamiento que se le hace al cuerpo cuando grita, puede represar enfermedades en embrión que brotarán después como males crónicos.

Otro tipo de libros al respecto, escritos por especialistas, relatan casos clínicos de curaciones extraordinarias en las cuales se aplicaron X medicamentos nuevos, placebos, terapias, hipnosis o algún tratamiento especial que dió resultados en ese caso específico. Pero, como en medicina no existen enfermedades si no enfermos, a otro paciente en iguales circunstancias, con el mismo método extraordinario, no le dio resultado alguno.

Ahí es cuando le ocurre la mayor decepción al lector que pacientemente lee el caso de alguien que se curó de lo mismo, pero que a él no le va a servir de nada. Tampoco tendría acceso al médico que realizó el experimento ni a la clínica especializada donde ocurrió la curación.

Aquí es donde el paciente se pregunta desilusionado: ¿Por qué otros se curan y yo no? Se puede asegurar que todos los que padecen una enfermedad rebelde han hecho todo lo que les han dicho:

Que un amigo se curo comiendo limones, que el abuelo se curó con yerbas, que a una tía el especialista tal, que un conocido se curó visitando uncentro de sanación por imposición de manos, otro se curó bebiendo sus propios orines (curalotodo de moda la uroterapia), otro se curó aspirando aromas, bebiendo aguas de colores, con masajes, agujas, cristales…

No se puede negar que algunas curaciones se logran por los anteriores métodos; esto es factible en enfermedades en las cuales exista un bloqueo mental que afecta al cuerpo y aparecen síntomas y dolores. Mientras esto ocurra, cualquier método que convenza al paciente, ya sea medicamento inocuo, hierba, terapia, rezo o encantamiento, todo esto puede curar siempre y cuando el paciente crea profundamente en el método usado.

Por tal motivo existieron, existen y existirán alternativas que van desde las más científicas hasta las que actúan con el más grosero fanatismo. Todas curan, todas alivian, por supuesto, las enfermedades curables o «fáciles», en las cuales el aspecto psicológico es responsable del mal.

Mas, cuando se trata de una enfermedad en la cual existe un daño real y severo, es ahí cuando únicamente un médico facultativo puede intervenir. Sus armas son bisturí, radiaciones, medicamentos cada vez más fuertes y venenosos, muchas veces no para curar el mal, sino para quitar síntomas, aliviar los dolores, dar fuerzas, consolar y apoyar al paciente; en síntesis, mejorar la vida del paciente… mientras se muere.

¿Qué hacer ante este cuadro tan desconsolador como cotidiano, después de agotar todos los recursos, incluyendo los milagrosos? ¿Existirá una solución real y efectiva que no sea bisturí, medicamentos, fe, yerbas, placebos y mil cosas ya probadas sin resultado?

¡SÍ! La Antemedicina, la cual no constituye una alternativa ni una aventura más, ni tampoco una última esperanza. Es drásticamente una solución definitiva para curar todas las enfermedades que aquejan a la humanidad.

El sabio dicho de que, en medicina no existen enfermedades si no enfermos, deja de serlo para la Antemedicina. Aquí no hay casos específicos. Todos se curan, sin excepción.

Hasta hoy realmente tú no has tenido la culpa por haberte enfermado. Y de hoy en adelante serás el héroe por haber vencido a la enfermedad.

El cáncer avanzado y otras enfermedadaes persistentes pueden desaparecer repentinamente; y ahí es cuando la teoría médica se viene abajo. – Doctor Deepak Chopra

Es posible librarse del destino que uno mismo se forjó. Basta un cambio a tiempo.

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