Citar a Manuel Lezaeta Acharán será, para algunos, nombrar a un desconocido. Para otros, una especie de hereje sin título de medicina. Para no pocos, un apóstol del higienismo y la recuperación de la salud por medios naturales.

Este abogado chileno, haciendo gala de un carácter a prueba de bomba, fue uno de los máximos divulgadores del naturismo en el siglo XX.

Su personal batalla legal la ganó en la Corte de Apelaciones de Santiago de Chile. En sentencia del 27 de febrero de 1932 se le reconoce su derecho a publicar libros explicando sus ideas y a aconsejar sobre salud utilizando remedios naturales.

Sus peculiares ideas se sintetizan en su «Doctrina Térmica» según la cual todas las enfermedades se sostienen por una irregular distribución del calor corporal. Así, sus métodos buscan regular el organismo y despertar la propia energía vital curativa (el Vis Natura Medicatrix, de Hipócrates) activando la piel y descongestionando los órganos internos.

El método de Lezaeta no es precisamente cómodo de aplicar pero sus éxitos no son despreciables. Personalmente he conocido a algunos enfermos que, aplicando su sistema por pura convicción, obtuvieron resultados que podrían poner en ridículo a nuestra medicina institucional. Es por esto que prefiero mirar con respeto y sana curiosidad cualquier aportación a la medicina aún cuando provenga de fuentes «no tituladas». En ocasiones he encontrado más coherencia en algún «brujo» de cualquier pueblecito americano que en las modernas prescripciones de los especialistas. Y esto lo diré siempre con el máximo respeto porque, en aras de conservar intacta mi salud intelectual, me atrevo a dudar de casi todo y a valorar más los resultados prácticos.

El «fenómeno Lezaeta» es la consecuencia de una dosis de genialidad, una personalidad arrolladora y la herencia doctrinaria de una larga cadena de eminentes y prácticos observadores: Hipócrates, Vicente Priessnitz, Sebastian Kneipp, el Padre Tadeo de Visent, Arnold Kikli, Luis Kuhne y Adolf Just. Obsérvese que todos ellos salvo, tal vez, Hipócrates, carecían de título académico que avalase sus teorías e investigaciones. Pero prácticamente todos tuvieron una característica común: fueron enfermos que recuperaron la salud gracias a métodos no carentes de lógica de los queluego fueron incansables divulgadores. Desde Priessnitz a Just todos desarrollaron sistemas terapéuticos basados en la hidroterapia (curación por medio del agua) y los agentes naturales más básicos.

La teoría que sustenta los muchos éxitos de Lezaeta parte de un hecho que tiene poca discusión posible:

– El organismo humano tiende siempre a curarse y, para ello, realiza los esfuerzos necesarios en esa única dirección.

– La enfermedad es la reacción incansable de la naturaleza para reencontrar la armonía y, consecuentemente, la salud que se había perdido.

– Cuando las influencias que se oponen al equilibrio orgánico superan a la fuerza vital que tiende a recuperarlo el resultado final será la muerte y, en caso contrario, la vida.

El naturismo colabora con la naturaleza, no lucha contra ella. No hay duda acerca de quelos métodos naturistas poseen una lógica irrefutable. Liberando al terreno (el cuerpo) de las toxinas que lo perturban, mejorando sus eliminaciones, nutriéndolo adecuadamente, facilitando el equilibrio entre sus sistemas y funciones, activando sus defensas naturales, fortaleciendo, en suma, cuerpo y mente se obtendrán siempre buenos resultados. Podrá cuestionarse, eso sí, hasta qué punto pueden ser efectivos los métodos del naturismo en un paciente con cáncer. Pero antes de discutir esto tendríamos que ponernos de acuerdo en cuáles son las causas del cáncer. Mientras tanto no nos quedará más remedio que observar los resultados y éstos suelen ser más que buenos con la aplicación coherente de los métodos naturistas.

Veamos los métodos usados por Lezaeta que, por otra parte, eran los mismos en todos los casos:

NUTRICIÓN

Lezaeta describe tres tipos de nutrición, a saber: pulmonar, cutánea e intestinal. En cuanto a la primera recomendaba, cosa lógica, mucho aire puro. Ya sabemos que de una buena oxigenación depende el adecuado equilibrio de la economía corporal. La educación de la respiración es una tarea importante en el proceso curativo. Campo, playa o montaña deberían ser lugares de peregrinaje para todos los enfermos. Desgraciadamente el modus vivendi actual no siempre permite tales lujos. Es siempre recomendable el ejercicio físico que estimule suavemente la respiración: caminar a paso vivo por lugares donde haya subidas y bajadas es el ejercicio más recomendado por Lezaeta y otros naturistas. A las personas incapacitadas se les sugieren sesiones de gimnasia respiratoria.

«En un lugar bien ventilado, con la boca cerrada, introducid pausadamente el aire por la nariz. Procurad respirar con amplitud, elevando el pecho, para lo cual conviene apoyar las manos en las caderas y, afirmando éstas, elevar los hombros. Estas respiraciones, como suspiros profundos, permiten desplegar ampliamente los pulmones intensificando en ellos la oxidación de la sangre y expulsando abundantes materias gaseosas perjudiciales a la vida del cuerpo. Estas respiraciones profundas deben repetirse con frecuencia en el día y especialmente se recomiendan en la mañana, al levantarse y antes de recogerse a dormir. Unos pocos minutos diarios de estos ejercicios respiratorios favorecen la purificación del fluido vital, incorporan al organismo gran cantidad de energías que la atmósfera posee y expulsan del cuerpo abundantes materias perjudiciales a la vida orgánica. Además, las respiraciones profundas activan la circulación de la sangre en el cuerpo…»

– Manuel Lezaeta Acharán –

Respecto a la nutrición cutánea, Lezaeta enfatiza que:

«Así como no existe enfermo con buena digestión, tampoco hay enfermo con buen funcionamiento de la piel. Piel pálida y fría supone mucosas intestinales irritadas, afiebradas y congestionadas, vale decir, enfermas».

En relación a la dieta preconizaba una alimentación primordialmente vegetariana. Recomendaba básicamente frutas frescas, frutos secos, verduras, semillas germinadas, pan integral, cereales, queso fresco, cuajada, yogur… básicamente alimentos sanos y naturales con predominio de los crudos y exclusión de la carne.

Dedico un capítulo a las pautas alimenticias que deben seguir los afectados por cualquier tipo de cáncer por lo que no me extenderé más aquí sobre esta cuestión.

Especial importancia daba Lezaeta al tema de las incompatibilidades alimenticias, lo que he desarrollado con suficiente amplitud en otra de mis obras: Salud y Larga Vida por la Alimentación (actualmente distribuido en España por Ediciones i)

BAÑOS DE AIRE, LUZ Y SOL

«La forma más sencilla de tomar el baño de aire es saltar de la cama desnudo y frente a la ventana abierta del dormitorio, sin temer a las corrientes de aire, hacer flexiones acompañadas de respiraciones profundas y frotarse la piel con las manos a lo largo de todo el cuerpo durante el baño, que será de cinco a quince minutos, a lo menos.»

«El efecto de este baño es fortificante y purificador y debiera practicarse diariamente, sobre todo en invierno, reemplazando con ventaja a las aplicaciones de agua fría por ser menos violento, conviniendo especialmente a personas debilitadas y nerviosas.»

«La luz es el alimentos más sutil del sistema nervioso, siendo por tanto, elemento indispensable para nuestra salud, ya que nuestras funciones orgánicas son accionadas por los nervios.»

«Con el mismo fervor con que debemos buscar a toda hora aire puro y fresco, debemos también exponernos continuamente a la luz y, especialmente, los enfermos deben mantener lleno de luz el dormitorio y en lo posible que este elemento entre directamente con el aire puro por amplia ventana abierta.»

«El baño de luz se toma desnudo al aire libre, bajo un árbol u otra sombra que permita la mayor cantidad de este agente, o en el mismo dormitorio con la ventana abierta y en condiciones análogas a las indicadas para el baño de aire.»

«Con el baño de sol podemos obtener dos objetos principales. Como vitalizador, aprovechando directamente los rayos luminosos y como depurativo, su valor que nos permitirá eliminar transpirando.»

«Como vitalizador y nutritivo el baño de sol se tomará a cualquiera hora del día, con la debida precaución, prefiriéndose siempre las horas de la mañana en que su acción magnética y vivificante es más potente y su duración será desde algunos minutos hasta una hora, siendo muy beneficioso dormir al sol con la cabeza siempre a la sombra y el cuerpo cubierto con hojas verdes, sábana o manta para evitar la irritación de la piel. Si se transpira se hará frotación de agua fría a lo menos al finalizar la aplicación.»

«Como purificador o depurativo el baño de sol se aplicará entre las once y trece horas del día, cuando la acción del sol es más enérgica con sus rayos ultravioletas. Con la cabeza a la sombra, se expondrá al sol el cuerpo desnudo y cubierto con sábana o frazada blanca de lana para transpirar veinte a sesenta minutos, combinando con ablución de agua fría a todo el cuerpo cada cinco minutos. En todo caso, el baño terminará con otra ablución de agua fría o un baño de tronco. En esta forma esta aplicación constituye un verdadero Lavado de la Sangre.»

«Las partes u órganos del cuerpo afectados por dolores, congestiones, inflamaciones, tumores o úlceras, conviene cubrirlos con barro (arcilla), hojas verdes o lienzo húmedo, porque actuando directamente el sol en estos procesos inflamatorios aumenta la congestión y la fiebre local, con perjuicio de la curación o normalidad».

«Raquitismo, procesos ulcerosos, degeneración de tejidos y, en general, afecciones agudas o crónicas reaccionarán favorablemente con baños diarios de sol adecuadamente aplicados.»

«En estos casos, si el sol es fuerte, conviene cubrir con hojas verdes y mejor con barro (arcilla) la parte afectada lo que, sobre todo en tumores, favorece la curación por las reacciones químicas del sol con la clorofila de la hoja y los elementos que la tierra posee.»

CAMINAR DESCALZOS

Aunque parezca una trivialidad, en realidad no es nada despreciable esta práctica. Consiste en caminar descalzos sobre la tierra, arena o césped, sobre todo cuando está húmedo por el rocío. Tiene un poderoso efecto tonificante y, según Lezaeta, «purifica expulsando por los pies materias malsanas al mismo tiempo que se facilitan corrientes magnéticas y eléctricas de la atmósfera y la tierra a través de nuestro cuerpo.»

Aconsejaba pasear descalzos sobre el rocío del césped, por las mañanas, al salir el sol, caminando a paso vivo para estimular la circulación durante unos diez minutos.

FROTACIÓN O BAÑO DE TOALLA

Entre las numerosas aplicaciones de la hidroterapia destacaré ésta, especialmente fácil para practicarla todos los días, con numerosas ventajas y efectos positivos sobre el estado general.

Consiste en doblar varias veces una toalla y empaparla en agua bien fría. El sujeto, de pie sobre la bañera o la ducha se pasa la toalla por todo el cuerpo según este esquema:

1.- Desde el cuello a la punta del pie derecho.
2.- Desde el cuello, por el centro, hasta la entrepierna.
3.- Desde el cuello, por la parte izquierda, hasta el pie izquierdo.
4.- Costado derecho, empezando por el cuello y pasando por encima y por debajo del brazo derecho.
5.- Lo mismo que en el punto anterior pero en el costado izquierdo.
6, 7 y 8.- Igual que los puntos 1, 2 y 3 pero por la espalda.

Como en todas las aplicaciones de la hidroterapia con agua fría no se trata de pasar frío sino de despertar la natural reacción de agradable calor que ha de seguir a esta práctica. Para ello, se realiza un suave ejercicio posteriormente o se regresa a la cama.

Cada vez que se pasa la toalla se utiliza una porción nueva de ella, dándole la vuelta, desdoblándola y volviéndola a doblar según sea necesario.

Este sencillo método es realmente eficaz para despertar a la actividad las funciones orgánicas, fortalecerlas y normalizarlas. Verdaderamente es cuestión de probarlo.

BAÑO GENITAL

De este baño, ideado por Kuhne, dice Lezaeta que «compone la digestión, regularizándose lo cual asegura el restablecimiento integral de la salud de todo enfermo, cualquiera que sea el nombre o manifestación de su dolencia. El éxito de esta aplicación se explica porque ellas excita la mayor actividad de los intestinos y riñones, sin causar en ello fatiga alguna. Al mismo tiempo con este baño se refresca de modo inmediato el interior del cuerpo… Se desaloja la plétora sanguínea, en grado variable común a todo enfermo, es decir, su fiebre destructiva, revelada siempre en el iris de sus ojos aunque ella no sea acusada por el termómetro aplicado a su piel.»

Modo de efectuar el baño genital:

La mujer se sentará en el bidé sin que el agua fría toque el cuerpo. Con un paño grueso se lavará suavemente, con agua abundante, la parte externa de sus genitales. No debe realizar este baño, la mujer, durante la menstruación. Según Lezaeta: «Si se presentan flujos vaginales, erupciones o llagas son favorables manifestaciones de defensa orgánica.»

El hombre se sentará en el bidé, sin que el agua toque el cuerpo para lavarse suavemente el borde extremo o prepucio con una esponja natural. El extremo del miembro viril debe estar sumergido en el agua y cubierto por la piel del prepucio.

Estos baños duran entre veinte y sesenta minutos. Se realizarán siempre en ayunas o una hora antes de las comidas pudiendo repetirse hasta tres veces al día.

Añade Lezaeta que el baño genital fortalece extraordinariamente el sistema nervioso y activa la fuerza vital al actuar sobre las terminaciones nerviosas de los labios mayores y del prepucio conectadas, según él, con todo el organismo.

Especifica que cuanto más fría esté el agua más eficaz es. Sin embargo la temperatura debe ser tal que las manos puedan sufrirla cómodamente.

LAVADO DE LA SANGRE

Uno de sus más famosos y gratificantes métodos depurativos es lo que él llamaba «Lavado de la sangre». Consiste en tomar un baño de vapor teniendo en cuenta una serie de condiciones. Tal vez sea ésta la práctica fundamental de sus sistema.

Se trata de alternar calor y frío. Para ello, cada cinco minutos, se sale del vapor para darse un refrescón de agua fría en la ducha. Esta alternancia tiene notables efectos sobre el organismo, normalizándolo y purificándolo. Puede practicarse diariamente sin que ello represente inconveniente alguno. La duración total de esta práctica puede llegar a una hora.

El truco para hacerlo bien es el siguiente: cuando se sienta el cuerpo caliente, incluso aunque no se transpire, se refresca con agua bien fría. Acto seguido se vuelve al baño de vapor, sin secarse, repitiendo este proceso varias veces hasta alcanzar los cuarenta o sesenta minutos recomendados.

Este «Lavado de la sangre» puede realizarse en un «baño turco», en una cabina de ducha con función de vapor u otros métodos caseros.

[NOTA: más adelante añadiré algunas ilustraciones]

APLICACIONES DE BARRO

Otro de los elementos fundamentales del sistema Lezaeta es el uso del barro como agente curativo.

«En todo enfermo el barro debe aplicarse localmente sobre el órgano o zona del cuerpo afectado y además sobre todo el vientre para actuar en el centro de la actividad orgánica que es el aparato digestivo».

La arcilla es muy versátil y ofrece interesantes propiedades terapéuticas. No cabe duda que debería tenerse en cuenta en un tratamiento integral del cáncer.

OTRAS PRÁCTICAS EN EL SISTEMA LEZAETA

Como parte muy importante en sus tratamientos figuraban además el ayuno y los enemas o lavativas.

A MODO DE MUESTRA: TRES BOTONES

Veamos las descripciones que hace el propio Lezaeta de algunos casos de cáncer tratados con su sistema:

– Sra. Amelia de Fernández, cuarenta y ocho años, Santiago de Chile, calle Echeverría nº 1068.

«La visité a principios de 1939 cuando había sido desahuciada de cáncer al seno izquierdo, órgano que se presentaba endurecido y quemado por el radium. El estado general de la enferma era calamitoso. Estaba casi inconsciente, su piel cadavérica y el pulso acelerado que denunciaba gran fiebre gastrointestinal. Por supuesto, la digestión estaba arruinada, existiendo estreñimiento crónico.»

«Ante todo ordené suprimir toda clase de drogas e inyecciones como también prohibí la dieta de caldos, jugos de carne, leche y huevos. Como única alimentación la enferma podía ingerir frutas crudas o ensaladas surtidas: nada cocido.»

«Había que producir fiebre curativa en la piel y combatir la fiebre destructiva del interior del vientre a fin de conseguir por este medio normalizar los procesos de nutrición y eliminación tanto tiempo alterados en la paciente.»

«Con este objeto, en cama, cada hora se ortigaba todo su cuerpo desde el cuello a la planta de los pies, siete u ocho veces al día, haciendo a continuación frotación general de agua fría y abrigando sin secar. Cuando la enferma pudo bajarse del lecho las ortigaduras y frotaciones frías se dejaron para la hora de despertar y antes de dormir. En el resto del día tomaba baños genitales de treinta minutos, cada dos o tres horas, con los que, junto con derivar la gran fiebre de las entrañas se activaba la reacción nerviosa de todo el organismo.»

«Sobre el pecho enfermo a toda hora se mantenía cataplasma de barro que se renovaba si se calentaba demasiado. Durante la noche dormía con fajado de barro alrededor de todo el tronco, cubriendo también de preferencia el pecho enfermo.»

«A los pocos días ya pudo la señora aplicase mi Lavado de la sangre en silla, de media hora los primeros días hasta llegar a una hora.»

«A las cuatro semanas de seguir este régimen el pecho enfermo volvió a su estado normal, la digestión se normalizó con evacuaciones abundantes cada ocho horas y exentas de olor pútrido. También la orina aumentó y revelaba gran actividad eliminadora de los riñones por lo espesa y sedimentosa. Los baños genitales provocaron abundante catarro vaginal que permitió purificar al organismo entero. Por fin, la piel, antes seca y cadavérica, recobró calor y color normal con la acción del vapor combinado con el agua fría en el Lavado de la sangre.»

«Así pues, la enferma desahuciada, al mes del tratamiento referido llegó a mi casa a darme las gracias…»

– D. Carlos S., treinta y cinco años, empleado Teatro Municipal de Santiago, se presentó a mi consulta en febrero de 1955.

«Presentaba un abultado tumor al lado izquierdo del cuello con ramificaciones a la garganta que le impedían el paso de los alimentos y aún dificultaba la respiración. En el Servicio Médico se le había extraído por la boca una muestra del tejido afectado y, después de prolijos exámenes, se llegó a la conclusión de que se trataba de cáncer en último grado y se le dieron ocho días de vida al enfermo. Por mi parte, después de un examen del iris de sus ojos, opiné que no había peligro de muerte practicando éste mi régimen de salud con Lavado de la sangre cada día en la mañana, dos o tres baños genitales de veinte a treinta minutos, en el resto del día, y barro al vientre y cuello durante la noche. A los tres días de seguir este sistema ya podía tragar líquidos el enfermo. A los ocho días podía ingerir fruta cruda y siguiendo con esta dieta y las aplicaciones expuestas, al año, el canceroso desahuciado no presentaba vestigio de su antigua dolencia. Una vez más se demuestra que mi Doctrina Térmica, sin «curar» el cáncer restablece la salud del canceroso.»

– El 8 de marzo de 1958 en la sección de cajones de los Baños de Santiago, tomando un Lavado de la sangre, ante una docena de bañistas, el señor Oscar Paime Ortega, Chacra Victoria, La Florida, Santiago, relató su caso:

«Expuso que durante veinte años estuvo enfermo, recorriendo policlínicas y hospitales de la capital. Fue sometido a toda clase de exámenes y tratamientos por veinticinco notabilidades médicas. Fueron tantos los medicamentos e inyecciones que recibió su cuerpo que éste fue paralizándose progresivamente hasta perder todo movimiento y quedar mudo, ciego y sordo. Dolores insoportables a la espina dorsal a la altura de las caderas, según numerosas radiografías fueron calificados como consecuencia de un tumor canceroso en la región. En estas desesperadas condiciones solicitó mis consejos de salud y, siguiendo éstos con absoluta exactitud y constancia, a los noventa días, con atroces dolores y desgarramiento de ano expulsó un tumor putrefacto del tamaño de una manzana, con tal grado de fetidez que pasó a toda la casa. Ahora, dos años después, de 54 kilos que llegó a pesar, está en 90 kilos y disfruta de completa salud, habiendo restablecido la normalidad de sus movimientos, su vista y el oído derecho, quedando el izquierdo aún incompleto.»

«Del tratamiento general destinado a normalizar la digestión y activar sus eliminaciones dice que lo que mejor efecto le produjo fue el Lavado de la sangre cada día, al vapor; tres baños genitales de treinta a sesenta minutos cada vez en el día, diario fajado de barro alrededor del vientre y riñones para dormir, frotación de agua fría al despertar cada día ortigando antes todo el cuerpo y, por fin, aire puro a toda hora y dieta exclusivamente de frutas crudas. También atribuye espléndidos resultados a la linaza con ciruelas en ayunas, cada mañana.»

Y AHORA UN CASO ACTUAL DE AUTOTRATAMIENTO

– Pablo G.E., de cincuenta y siete años, fumador. Reside en Pamplona, España. Le fue diagnosticado un carcinoma epidermoide invasor, poco diferenciado, afectando a los bronquios e infiltrando en el tejido pulmonar. Además de esto, cuyo pronóstico es bastante malo, se le halló un carcinoma de vesícula biliar con infiltración hepática, lo que le producía episodios de ictericia.

Algo aficionado al naturismo a pesar de ser fumador llega a sus manos el libro «Medicina Natural al alcance de todos» de D. Manuel Lezaeta. Rechaza cualquier otro tratamiento poara poner en práctica los consejos que de allí extrae.

Vi a este buen señor, a instancias de su señora que estaba bastante preocupada, cuando ya llevaba unos días aplicando sus tratamientos. Ante la férrea determinación de D.Pablo no pude hacer otra cosa que animarle a aplicar el método con entusiasmo.

Esto es lo que hacía, todos los días:

– Frotación de agua fría al levantarse por la mañana.
– Lavado de la sangre, durante cuarenta a sesenta minutos (en el baño turco de un gimnasio)
– Baño genital dos veces al día (de unos veinte a treinta minutos de duración)
– Lavado intestinal cada tres días con cocimiento de equisetum.
– Dieta exclusivamente de frutas y verduras crudas o en jugos, nueces y otros frutos secos y semillas de lino. También alguna infusión y miel.
– Caminata de varios kilómetros al día, por el monte, lo que llevaba a cabo independientemente del tiempo que hiciera.

Resultados: Cuando lo volví a ver, pasados unos cinco meses, tenía un aspecto excelente. Aseguraba que el cáncer había remitido casi en su totalidad y se encontraba mejor que nunca. Nuevamente me visitó al cabo de año y medio y, en honor a la verdad, no había signo ni síntoma alguno que demostrase haber padecido enfermedad y grado de la misma de pronóstico tan pesimista. Este es uno de los tres casos de cáncer que se han autotratado siguiendo el método de Lezaeta y he podido supervisar su evolución. En los tres casos se puede valorar el resultado como altamente satisfactorio.

Fuente: Cáncer, Apuesta por la Vida

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