La mano conduce al ciego; médicos: dejaos guiar por ella que
os conducirá a la verdad en el diagnóstico.
Prof.Dr. }'{illler

Aceptados estos datos históricos, se me dirá que en todas las épocas ha sido estudiada la Quirología, y aunque son varios los libros que tratando de la misma se han escrito, no ha conseguido afianzarse.

Esto tiene por causa el haber caído en manos de embaucadores que la explotaron en beneficio propio, pero actualmente se la considera como ciencia y constituye seria materia de estudio en algunas Universidades del extranjero.

Pero, ¿cómo se explica la existencia de corrientes nerviosas que en este caso llamaremos fuerzas bio-electro-magnéticas? Podría repetir aquí, para basar mi tesis, las observaciones del célebre Reichenbach, el descubridor de la parafina, del eupión y de la creosota, que ha llamado a estos fluidos fuerza ódica; o podría citar a Blenlodt, que escribió sobre los rayos N. Pero me expondría a que me replicasen que aquéllos tuvieron serios opositores, y que ninguna de estas fuerzas está comprobada, a tal grado que puedan considerarse irrefutables.

No me detendré, por ahora, en defender a estos sabios, sin que yo niegue la existencia de las fuerzas ódicas y los rayos N, para mi sistema de diagnóstico no los necesito. Tengo mi idea propia, muy mía.

Paso a fundamentarla:

El profesor Walter Andersen, sabio de renombre universal, ha estudiado la composición química de la tierra, que es la siguiente:

Hierro 39.74
Oxigeno 27.17
Silicio 14.35
Magnesio 8.96
Níquel 3.16
Calcio 2.25
Titanio 0.02
Sulfato 0.46
Natrio 0.39
Cobalto 0.23
Potasa 0.14
Fósforo 0.11
Carbón 0.07
Diversos 0.04

Por otro lado, analizando las cenizas en los Crematorios, nos encontramos con que el hombre también posee una gran cantidad de hierro, substancia restante de los tejidos.

En estas materias, orgánicas incineradas o carbonizadas encuéntrense también cloruros de silicio, silicocarbonatos y fluosilicatos.

La silícea, como elemento de gran importancia biológica, da también margen para la explicación de las fuerzas bio-electro-magnéticas, pero ya sería entrar en estudios de Plasmogenia del sabio Herrera que ahora no es del caso. Según Vanquelin la silícea se encuentra en los espermatozoides.

Los estudios del radio nos han hecho ver que ese metal tiene emanaciones que bombardean constantemente desde la substancia misma hacia el espacio; este fenómeno sucede, en mayor o menor grado, en todos los metales.

En el hierro, conocemos el imán o magnetismo mineral, y, de niños, nos hemos entretenido atrayendo objetos con otros imantados.

La radiotelefonía nos ha quitado la venda de los ojos, y ya hoy sabemos que existen corrientes entre los elementos acumulados en el espacio y nosotros. Es decir: hierro imantado, en estado coloidal, en el espacio, en comunicación con el hierro imantado en nuestro cuerpo. Si en la atmósfera o en el espacio lo llamamos magnetismo terrestre; en nosotros, formando la base de la vida, y considerando nuestro cuerpo como una especie de pila eléctrica, podemos llamarlo energía bio-electromagnética.

De manera que tenemos corrientes magnéticas de la tierra al espacio, y del espacio al cuerpo, y viceversa; encontrándonos siempre en un círculo de corrientes energéticas.

Así como en la electricidad tenemos cuerpos conductores y substancias aisladoras, en nuestro cuerpo tenemos como vehículo conductor, el sudor, localizado en las glándulas sudoríparas; y digo que nos descargaríamos, quedando débiles, si la Naturaleza previsora, no nos hubiera puesto substancias aisladoras, por medio de la grasa de las glándulas sebáceas.

Nuestra fuerza bio-electro-magnética, pugna por salir, y se acumula en las terminaciones protoplasmáticas de los nervios.

Estudios recientes prueban que hay más de 280.000 terminaciones protoplasmáticas en la palma de la mano, marcando en ella, como en un claro espejo, el estado normal o morboso del cuerpo humano.

Aquí, saltan los que son partidarios del diagnóstico del iris, diciendo que lo mismo sucede en el órgano visual, sostenido aun actualmente por los galenos oficiales, que ya admiten las desigualdades pupilares y retracciones producidas por trastornos nerviosos, y las coloraciones nerviosas del iris por substancias químicas. Pero yo les respondo: Aunque sea verdad que en el iris también se marcan las enfermedades, el 99 por 100 de los médicos que se dedican a. este diagnóstico son charlatanes que determinan o adivinan las enfermedades por la expresión del rostro, u otro síntoma cualquiera, porque el ojo es demasiado pequeño, e imposible el ver las señales, no digo a simple vista, ni con vidrio de aumento. Mientras que en la mano el campo es más amplio y las señales bien grandes. Al referirme a este método no debo olvidar mencionar la labor del médico oculista español Dr. J. Angel Vidaurrázaga, que si bien se pasa de la raya atacando a sus compañeros y su sistema, anunciando nada menos que una próxima bancarrota de la medicina oficial, que ve derrumbarse con toda su aparatosa brillantez seudocientífica, no deja de haber hecho una labor de mucho mérito y es lástima del tiempo perdido. Si Vidaurrázaga se hubiese dedicado en vez del iris a la Quirología, sus resultados habrían sido más efectivos, y él, con su brillante saber y talento de exposición, un gran quirólogo.

Como dice muy bien Ruiz Ibarra, con estos métodos: «Ningún medio de diagnóstico de los hasta ahora utilizados y al alcance de todos, da más ni mejores datos sobre la individualidad morbosa, sobre la persona enferma que los que da el diagnóstico por el iris del ojo bien examinado. Además, con él se puede llegar también a la solución del problema diagnóstico en el momento de verdadera utilidad para el enfermo, en el momento que el gran clínico Macvencie expresaba en uno de sus últimos libros; cuando dice que “ha de ser antes que las alteraciones de los órganos sean perceptibles en ellos por medios fisicoquímicos, cuando el diagnóstico será de utilidad.». Ese diagnóstico precoz por todos los clínicos buscado puede ser encontrado por medio del examen del iris».

«Estos métodos de diagnóstico obligan a educar a los clientes para que se den cuenta de cuál es el momento de verdadera utilidad del examen de su persona, y si se llegara a hacer comprender a las gentes que deben acudir al médico antes de que las alteraciones de su salud sean sentidos por ellos, se podría realizar el verdadero ideal médico-naturista, el de curar antes de que la enfermedad se manifieste, que esto es evitar la enfermedad».

«El diagnóstico por el iris del ojo permite apreciar también huellas de lesiones pasadas y alteraciones actuales de los órganos, mas esto que entusiasma a las gentes y que ha sido objeto de explotación por parte de diagnosticadores poco escrupulosos moralmente, es lo que tiene de menos importante este método diagnóstico si con ello no se busca más que un medio de asombrar al cliente con la habi1idad del observador. Las huellas de lesiones sufridas anteriormente y de procesos morbosos ‘habidos antes, completa o incompleta mente curados, no tienen valor sino se reintegran a la totalidad de datos adquiridos en el examen. No son estados locales ni parciales, los que hay que precisar con este método de diagnóstico; es el estado total del organismo, sin perder de vista un solo momento la ley fundamental en que la clínica debe apoyarse, la de la Unidad anatómica y funcional del organismo; es el todo y no la parte lo que al clínico interesa, si se entiende la clínica como el estudio del hombre. y de su vida para llegar a ser verdadero médico, dejando de ser solamente un mecánico; un químico y un bacteriólogo”.

Las demás obras que he visto sobre el diagnóstico del iris, son plagios de obras alemanas que los autores, generalmente, no se toman el trabajo de comprobar.

La obra del Dr. J. Angel Vidaurrázaga, médico-oculista español, repito es lo más perfecto que he visto sobre esta materia, y puedo recomendarla todos los médicos y enfermos. Al leerla, dije: Lástima que cada vez que dice iris no haya puesto mano, porque luego, con algunos cambios habría podido ser un tratado como el presente.

Para dar una prueba de ello, repetiré las doce afirmaciones iridiológicas, cambiando sólo palabras; y es natural eso, porque en teoría vamos de acuerdo. Aquí va:

Afirmaciones quirológicas. – Sin tomar en consideración lo que pueda todavía existir de inseguro en el diagnóstico por la mano, pueden hacerse con absoluta confianza las siguientes afirmaciones generales:

1.- Las manos, que según dice el adagio son el espejo del alma, son también el lugar donde se revelan las condiciones anormales de los distintos órganos y partes del cuerpo. De tal manera, que así como por su medio nos ponemos en relación con el mundo exterior, por su medio puede escudriñarse el interior de nuestro organismo.

2.- Los distintos órganos y partes del cuerpo que están representados en la mano, tal como aparecen señalados en este tratado; siendo las líneas, eminencias etc., donde indefectiblemente se reflejan las lesiones y alteraciones sufridas por los órganos y, partes del cuerpo correspondientes.

3.- En la mano existe una cantidad asombrosa de filamentos nerviosos finísimos, entretejidos en forma de red, los cuales se hallan en íntima conexión y reciben impresiones de todo el cuerpo por medio del gran sistema neuro-glandular de la vida órgano-vegetativa.

4.- Los filamentos nerviosos, fibras musculares y las arteriolas reproducen en las diferentes partes de la mano los cambios de condición experimentados en las partes y órganos. correspondientes; pudiendo, por tanto, ser considerada la mano como una placa membranosa sensibilizada, en donde se graban las sensaciones y fenómenos anormales que están verificándose en nuestro organismo, y esta reproducci6n sensible se nos exterioriza.

5.- En la mano se encuentran signos, marcas, colores, anormales, decoloraciones, que nos indican o revelan que el individuo está enfermo o sucio, infeccioso, o qué tiene lesiones o defectos heredados.

6.- Por estos signos o marcas, colores, decoloraciones, venimos en conocimiento de la existencia de la inflamaci6n aguda o crónica, de lesiones, locales, estados destructivos de los tejidos, presencia de medicamentos venenosos y cambios de estructura de los tejidos.

7.- El diagn6stico por la mano nos hace saber que el organismo está sucio con desechos sintomáticos antes de las enfermedades agudas, por lo que a éstas debemos considerarlas como estados inflamatorios debidos a reacción del organismo que busca quedarse libre de substancias morbosas e impurezas.

8.- La mano nos indica también que el organismo con sangre, linfa y tejidos sucios, necesita pasar por esos estados depurativos antes de llegar a la salud o normalidad del individuo.

9.- Por la mano sabemos si están comprometidos los órganos vitales, estomago e intestinos, hígado, riñones, pulmones, etc.

10.- Los cambios de la mano nos dicen si el organismo va purificándose por eliminaci6n de las substancias morbosas, y si va .recomponiéndose.

11.- La mano nos revela si el organismo posee apta constituci6n y vitalidad suficiente para que pueda hacérsele reaccionar y prolongar su existencia por medio de un tratamiento racional.

12.- Así mismo, la mano, por la deficiencia de contextura o deterioro, acusa la carencia de vitalidad orgánica o mano sabemos si están comprometidos los est6mago e intestinos, hígado, riñones, pulso, grado de relajamiento, patentizándonos que aquel organismo está condenado irremisiblemente a sucumbir, sin .mejoría apreciable».

Pero ¿como se aprende este método?.. Repitiendo lo que yo he hecho.

Me hago veinte diseños de la mano y voy a un hospital cualquiera. En la primera cama que encuentro, pido al paciente que me enseñe la mano, y, sin miarle a la cara ni siquiera dirigirle una pregunta, marco los signos principales que encuentro en las rayas o montes de la mano objeto de mi observación. Después de llenar unos veinte esquemas, vuelvo a repasar la sala; y, ya sea preguntando al enfermo, o mirando directamente el diagn6stico que hay sobre la cabecera, lo apunto al pie de la hoja.

De esta manera no me sugestiono, sino que voy con neto espíritu de observación. Al llegar a mi casa, en donde, tengo en departamento especial sobres con el nombre de las enfermedades, colecciono por orden de nomenclatura todos los diseños.

Cuando llego a tener mil de una enfermedad, los examino comparativamente, encontrándome siempre, en un setenta por ciento, los mismos signos para. las mismas enfermedades.

Así he llegado a formar un sistema propio de Quiroloía, como asimismo la teoría de las corrientes bio-electro-magnéticas.

Y así como el célebre Basedow exige, para diagnosticar la enfermedad que lleva su nombre, el trías: palpitación cardiaca, dolor en la glándula tiroides, y bocio exoftálmico; yo exijo, generalmente, tres señales para la determinación de una enfermedad, aunque en muchos casos con una sola señal basta.

El observar la palma de la mano para el diagnóstico, constituye un arte que se adquiere con la práctica.

Al principio, el observador se confunde con la gran multitud de líneas; pero poco a poco llega a descubrir los caracteres que nos sirven para hacer el diagnóstico.

* * *

Hace cierto tiempo, publiqué yo en el «Diario del Comercio» un artículo sobre el micrómetro, aparato de reciente invención, que aventaja millones de veces al ultramicroscopio, pudiéndose ver exactamente el crecimiento de las plantas, minuto por minuto.

Las últimas noticias que nos llegan de los Estados Unidos, confirman los asertos de la Quirología, pues dan cuenta de que un americano, al observar las señales de la mano (islas) con este micrómetro, éstas sufrieron ciertas contracciones al ingerir un enfermo diferentes medicamentos.

De manera que ahora no sólo tenemos un medio de diagnosticar con los signos de la mano, sino que podemos ver si una substancia medicamentosa ataca, o no, al órgano enfermo.

Es decir: las enfermedades y las substancias químicas dejan marcas en nuestra mano.

¿Cómo se puede explicar esto? Nuestro cuerpo está sembrado de glándulas sudoríparas, que contienen la substancia acuosa que conocemos con el nombre de sudor, y que son un gran conductor de la fuerza nerviosa; y, como quiera que fuera para nosotros un grave riesgo el que pudiéramos descargarnos, en un momento cualquiera, de esta fuerza, se encuentran estas glándulas aisladas por la substancia grasosa de las glándulas sebáceas.

Las glándulas sudoríparas que están diseminadas por todo el cuerpo, se encuentran, precisamente en mayor abundancia en la palma de la mano; mientras que sucede lo contrario con las sebáceas, que se encuentran apenas, o no se encuentran, en dicha región.

Es, pues, éste el lugar .de nuestro cuerpo en donde en mayor grado fluyen las corrientes nerviosas y magnéticas, tanto las que entran en el organismo, como las que de él salen.

mano-normal

Y, así como las corrientes de agua, al surcar la tierra, dejan señales de su paso por ella, en el cauce de sus corrientes; así también en la palma de nuestra mano dejan sus señales indelebles las corrientes nerviosas.

Una persona de antecedentes hereditarios sanos, y de buena constitución física, tiene señales que pueden servir de base de estudio para constatar las características de un cuerpo sano. Hablamos de una mano normal.

Las glándulas son centros de acumulación, que no solamente sirven para segregar líquidos, sino para acumular las fuerzas nervio-magnéticas. Si, por ejemplo, el hígado deja de trabajar normalmente, la corriente nervio-magnética correspondiente a esta importante glándula, se perturba y deja en el lugar correspondiente de la mano una señal; del mismo modo sucede, si se perturba el funcionamiento del corazón, de los pulmones, del cerebro o de cualquier otra parte del cuerpo.

Tenemos, pues, de este modo, líneas que corresponden al corazón, a la cabeza, al aparato digestivo, etc., y una línea que parece reunir en sí todas las demás: es la de la vida.

Naturalmente que al aparecer estas líneas, por efecto de las corrientes antedichas, han de formarse, como contraparte, los montes o muros que las limitan: todo lo cual forma un sistema, base fundamental del estudio de la Quirologia.

Volver al índice de «Tratado de Quirología Médica» – Krumm Heller