Aún lamiéndose las heridas que le propinó el Gobierno de la Federación Rusa luego que su buque Arctic Sunrise tratara de abordar ilegalmente una plataforma petrolífera rusa en el mar Ártico el año pasado, ahora Greenpeace vuelve a la carga esta vez al otro lado del mundo, en Chile.

Según informa su sucursal en Chile – ahora pretende fundar una nueva ‘república’ en pleno territorio chileno, que llevaría el nombre de ‘República Glaciar’.  Otra incursión ilegítima escudándose detrás de las supuestas nobles intenciones de proteger al medioambiente.  

Guerras polares

En un artículo publicado en RT el 19 de diciembre 2013, dábamos cuenta del trasfondo detrás del bochornoso episodio de agresión de Greenpeace contra Rusia.

La cosa les salió mal por cuanto la reacción rusa se mantuvo íntegramente dentro de la ley internacional y sus derechos soberanos, procediendo a arrestar a la embarcación y su ecológica tripulación integrada por 30 «militantes».  Luego de tres meses de arresto en Rusia, los mismos fueron liberados por el Gobierno ruso en vísperas de las Navidades del 2013 para que regresaran a sus respectivos países.

Por Adrian Salbuchi  para RT

Parece que el equipo de planificación de Greenpeace, siempre alineado a los intereses y objetivos geopolíticos del Reino Unido y Estados Unidos en todo el planeta, hoy se ha venido con una nueva sorpresita.

Esta vez ya no se trata de tomar por asalto alguna plataforma petrolífera, sino que redoblando la apuesta en pos de un ataque generalizado contra los Estados Nacionales soberanos –permanente meta de los Dueños del Poder Global– hoy Greenpeace se atreve a… ¡fundar un nuevo país!!

La ‘República Glaciar’

Los chilenos se enteraron el 5 de marzo pasado que esta organización militante lobista “… funda un nuevo país en un territorio no reconocido por Chile, gracias a un vacío legal.  Republica Glaciar es el nombre de la nueva nación”.

Explicando que “los glaciares no son del Estado, ni de los chilenos; los glaciares no son de nadie”, según la frase aparecida en un aviso a página entera publicado en el diario ‘The New York Times’, con la que Greenpeace pretende justificar su usurpación, insolencia y accionar ilegal, ilegítimo y criminal, atentando contra la soberanía nacional de la República de Chile.

“República Glaciar nace porque en Chile existe un vacío en la legislación que no reconoce estas enormes masas de hielo como parte de su soberanía. Ni en la Constitución, ni en el Código de Aguas existe mención a los glaciares como bien público que debe protegerse activamente”, explica Matías Asún, Director de Greenpeace en Chile.

Luego, agregan que “los glaciares en Chile abarcan una superficie de aproximadamente 23.000km2, los que equivalen al 82% de los glaciares que existen en Sudamérica. Estos hielos milenarios son las principales reservas de agua del país y contribuyen a la cuenca de los ríos y a la vida en gran parte del territorio y desde hoy serán parte de la República Glaciar.”

Todo ello ocurre apenas días antes de la asunción de la reelecta presidente chilena. Para dejar bien en claro que la cosa viene en serio, el 13 marzo emitieron un nuevo comunicado informando que “esta mañana, una misión diplomática de República Glaciar llegó hasta la Moneda para presentar sus credenciales a la recién electa Presidenta de Chile, Michelle Bachelet. La comitiva arribó hasta las puertas del palacio de gobierno en vehículos diplomáticos con banderas de la nueva República. Hemos venido hasta el Palacio de la Moneda, en representación de los  casi  40.000 ciudadanos que tiene República Glaciar, para presentar nuestras credenciales diplomáticas al Gobierno de Chile. Además, queremos solicitarle a la Presidenta un marco jurídico que garantice la protección de los glaciares”, manifestó Matías Asún.
 
Argentina

La delegación «diplomática» de la «República Glaciar» también hizo una parada frente a la embajada de la vecina República Argentina para dejar también en esa sede diplomática sus «credenciales».

En verdad, no podía esperarse menos, considerando las claras apetencias de Gran Bretaña, Estados Unidos, Israel y la estructura supranacional de los Dueños del Poder Global desde hace más de un siglo sobre toda la Patagonia, tanto la argentina como la chilena. Ello incluye la vasta zona de influencia patagónica con sus incalculables riquezas en recursos de todo tipo, y su enorme importancia geoestratégica, tanto sobre los océanos Atlántico y Pacífico, la Antártida, y muy especialmente sobre el mar Argentino y las Islas Malvinas (Falkland) usurpadas militarmente por el Reino Unido desde hace 180 años; dónde luego de la Guerra de Malvinas entre Argentina y Reino Unido librada en 1982, ha instalado una poderosa base nuclear.

También resulta muy coherente que el «prestigioso medio», ‘The New York Times’ haya sido el medio de prensa elegido para anunciar ante mundo el nacimiento de este bastardo bebé geopolítico bautizado ‘Republica Glaciar’.

Fue ese mismo ‘New York Times’ el que en su edición del 27 de agosto de 2002, en momentos de enorme vulnerabilidad y debilidad de la Argentina producto de la mayor crisis de su historia luego del colapso económico, financiero, monetario, político y social de fines del 2001, propuso «la secesión de la Patagonia como mecanismo para resolver el problema de la deuda externa» que se encontraba en ‘default’ en aquellos momentos. Versión en castellano.

Aquella crisis producto de las políticas del presidente argentino Fernando de la Rúa y su ministro de economía Domingo Cavallo, ambos miembros de la red planetaria de think-tanks abocada a imponer un gobierno mundial. De la Rúa es miembro fundador del CARI –Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales y sucursal oficiosa del poderoso Council on Foreign Relations-; mientras que Cavallo es miembro de la Trilateral Commission; ambas entidades alineadas a los intereses Rockefeller/Rothschild.
 
Un «Combo Completo»

Hoy, la flamante ‘República Glaciar’ ofrece a sus ciudadanos un «paquete fundacional» que parece inspirado en los famosos «combos» de McDonald’s: una suerte de «hamburguesa completa, papas fritas y Coca-Cola» geopolíticos.

Así nos enteramos por el sitio de Greenpeace que a sus flamantes «ciudadanos», República Glaciar les ofrece un «pasaporte» que les es enviado a su domicilio, una «bandera» para enarbolar que porta un símbolo supuestamente andino (¿o Andinia?) de color azulado que no se parece en nada a la legítima bandera de la República de Chile –roja, azul y blanca- pero sí recuerda los tonos de la bandera de Israel y un «Formulario» para completar sus datos filiatorios.

Incluso el flamante «ciudadano» podrá enterarse de la «Declaración de Independencia» de esta «república» y se le invita a hacer intima profesión de fe como flamante «glaciarino» (¿o deberá decirse, «glaciarense» o «glaciarego»?), manifestando las siguientes solemnes palabras: «Yo, juro, por Dios y por esta bandera, servir a mi patria, la República Glaciar, ya sea en mar, en tierra o en cualquier lugar, hasta rendir la vida si fuese necesario, cumplir con mis deberes como un ciudadano honrado, valiente y amante de mi patria».  No, no se ría: así lo declara textualmente el sitio www.republicaglaciar.cl

A su vez, República Glaciar ya abrió embajadas en los 40 países donde Greenpeace tiene oficinas. «La idea es llevar el mensaje de la necesidad de proteger los glaciares al mundo entero y generar la fuerza necesaria que nos permita obtener una ley de protección de Glaciares en Chile«,  asegura su director en Chile, el Sr. Asún.

El 12 de marzo, informaron que el obispo vicario apostólico de la localidad de Aysén, Luis Infanti de la Mora, se sumó como nuevo «ciudadano» de la República Glaciar, agregando que «el Obispo Infanti, activo líder de movimientos ciudadanos, se declaró de acuerdo con la necesidad de una ley de protección de glaciares en Chile y comprometió su ciudadanía con esta nueva República».

Sería interesante conocer si el Vaticano avala que sus se sacerdotes adhieran a semejantes intrusiones territoriales sobre la soberanía nacional de países de fuerte y tradicional raigambre católica como la República de Chile.
 
Bases Jurídicas

Para justificar esta última maniobra a favor de los poderosos de este mundo, Greenpeace explica que «La fundación de República Glaciar es real y se basa en la…Convención sobre Derechos y Deberes de los Estados, más conocida como Convención de Montevideo», un tratado internacional firmado en Montevideo, Uruguay, el 26 de diciembre de 1933, en la Séptima Conferencia Internacional de los Estados Americanos”.

«La misma estableció la definición de «Estado», así como sus derechos y obligaciones. La más conocida conceptualización es la de su artículo 1, el que establece cuatro criterios característicos de Estado, que han sido reconocidos como una afirmación certera en el Derecho internacional consuetudinario:

El Estado como persona de Derecho Internacional debe reunir los siguientes requisitos:

  1. Población permanente.
  2. Territorio determinado.
  3. Gobierno.
  4. Capacidad de entrar en relaciones con los demás Estados».

Es así que urdiendo su maniobra en contra de la soberanía chilena, Greenpeace informa que «nuestros activistas han estado habitando distintos glaciares en el país y ya hemos proclamado nuestra fundación como república soberana y pacífica. Muy pronto abriremos embajadas en Chile y el mundo y estaremos invitando a más personas a que se hagan ciudadanos de República Glaciar».

Aplicando una visión realista, podemos decir que probablemente esta payasada no llegará a mayores.  Al igual que la Patagonia argentina no se separó (¡aún!) de la República Argentina como lo pregonaba ‘The New York Times’ de agosto del 2002. Sin embargo, como hemos explicado en distintas ocasiones, los Dueños del Poder Global operan a muy largo plazo para lograr sus objetivos, que fueran tan elocuentemente descritos desde las páginas de ‘Foreign Affairs’, boletín oficial del CFR en abril 1974, cuando recomendó erosionar la soberanía de los Estados nacionales destruyéndola «pedazo a pedazo» en lugar de incursionar en un mucho más evidente «asalto frontal».

Cuarenta años después, puede verse cómo este proceso discreto, disperso, amplio y certero pareciera estar en plena ejecución.

Precisamente, sobre los peligros que se ciernen sobre la Patagonia argentina y chilena, hemos escrito ampliamente; por ejemplo, en este artículo publicado hace ya más de dos años, el 10 de enero de 2012, en RT.

Ojalá que chilenos y argentinos vayan despertando ante estos peligros que los amenazan a ambos, y empiecen a trabajar y colaborar más estrechamente en defensa de sus respectivas soberanías territoriales.