EINSTEIN el famoso autor de la teoría de la relatividad, a principios de este siglo XX concibió en su mente genial un universo curvo, finito, cerrado como un huevo.

Todavía nos viene a la memoria aquella exclamación terrible de ese hombre extraordinario cuando dijo: «EL INFINITO TIENDE A UN LIMITE».

Nadie ignora que más tarde EDWIN HUBBLE descubrió con infinito asombro en el famoso observatorio del Monte WILSON que todas las GALAXIAS que pueblan el espacio infinito se alejan a velocidades fantásticas unas de otras.

Este hecho en sí mismo es innegable, desgraciadamente GEORGES LEMAITRE, no supo comprenderlo y buscando causas llegó a conclusiones equivocadas.

Si el Universo está en continua expansión —explicó en forma absurda— es por que un día hizo explosión, a partir de un centro, de un átomo primitivo».

LEMAITRE con sus errados cálculos creyó firmemente que este núcleo primitivo, original, tenía un diámetro exiguo, pequeño, insignificante; tan solo la distancia de la tierra al sol o sea 150 millones de kilómetros.

Ciertamente minúsculo hablando proporcionalmente, imaginemos siquiera por un instante el espacio infinito.

Tal núcleo primitivo tendría según LEMAITRE una densidad espantosa tal, que la proximidad misma de los átomos elevaría la temperatura como es natural a centenares de millones de grados sobre cero.

A esta temperatura inconcebible, según tal teoría, la energía atómica liberada sería tal y la radiación cósmica tan intensiva que todo terminaría por dislocarse y entonces sobrevendría la explosión profunda como la erupción de un espantoso y terrible volcán.

Maravilloso todo esto pero, ¿Quién puso este huevo cósmico? ¿Qué existía antes? ¿Por qué la cósmica explosión tendría que realizarse en determinado instante matemático y no antes ni después?.

¿Dónde está el fundamento de tal teoría? ¿Quién fue testigo presencial de tal hipótesis?.

Nosotros los GNÓSTICOS comprendemos a fondo que las GALAXIAS se alejan unas de otras y eso está ya demostrado, pero esto no significa forzosamente que todas ellas hayan partido de un mismo núcleo.

EINSTEIN dijo: «La masa se transforma en energía». Y todos los sabios del mundo se inclinaron reverentes ante esta tremenda verdad.

También dijo el gran matemático: «La energía se transforma en masa» y nadie pudo refutar este postulado.
No hay duda de que: «Energía es igual a masa multiplicado por la velocidad de la luz al cuadrado».

Estos sabios postulados vienen a demostrarnos que la masa de todos los universos es eterna e inmutable; desaparece aquí para reaparecer allá, en una especie de flujo y reflujo, actividad y descanso, día y noche.

Los Mundos nacen, crecen, envejecen y mueren; dejan de existir para transformarse en energía y luego resurgen, renacen, cuando ésta cristaliza nuevamente en masa.

En la cuenta retrospectiva de todos los siete cosmos que bullen y palpitan en el espacio infinito, no existe una hora cero raíces, comunes para todos en conjunto.

Aclaro, al decir raíz común en este caso concreto, me refiero al concepto tiempo como hora cero.

Esto no significa que neguemos la hora cero absolutamente. Esta existe en particular para cada Universo; en el estado pre-cósmico normal para cualquier sistema solar.

En otras palabras diremos que cada sistema solar del inalterable infinito, tiene sus MAHAMVANTARAS y PRALAYAS, es decir, sus días y noches cósmicas, épocas de actividad y reposo.

En esta GALAXIA en la cual vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser, existen millones de sistemas solares y mientras unos se encuentran en su hora cero, otros están en plena actividad.

Los tiempos de actividad y reposo, días y noches cósmicas, se repiten también en el hombre y en el átomo, en todo lo que ha sido, es y será.

Los científicos modernos tratan de explicar todas estas cosas a partir únicamente de las leyes naturales.

Resulta ciertamente ridículo querer excluir los principios inteligentes de tales leyes.

Cada mundo del espacio estrellado posee su FOHAT, que es omnipresente en su propia esfera de acción.

Fuera de toda duda podemos y debemos afirmar enfáticamente que existen tantos FOHATS como mundos, cada uno de los cuales varía en poder y en grado de manifestación.

Existen millonadas, billonadas y trillonadas de FOHATS, estos en sí mismos son fuerzas conscientes e inteligentes.

Realmente los FOHATS son los constructores, los Hijos de la aurora del MAHAMVANTARA, (DÍA CÓSMICO), los verdaderos creadores cósmicos.

Nuestro sistema solar traído a la existencia por estos agentes está ciertamente constituido por siete universos paralelos.

FOHAT, pues, es el poder eléctrico vital personificado, la unidad trascendental que enlaza a todas las energías cósmicas, tanto en nuestro mundo TRIDIMENSIONAL como en los UNIVERSOS PARALELOS de las DIMENSIONES SUPERIORES e INFERIORES.

FOHAT es el VERBO hecho carne; el mensajero de la ideación cósmica y humana, la fuerza activa en la vida Universal, la energía solar, el fluido eléctrico vital.

FOHAT, es llamado «EL QUE PENETRA» y el FABRICANTE porque mediante los PUNCTA da forma a los átomos procedentes de la materia Informe.

En el FOHAT se hallan ocultas las matemáticas, el ejército de la voz, la GRAN PALABRA.

Cualquier explicación sobre la mecánica cósmica que excluya el NOUMENO tras el FENÓMENO, el FOHAT tras de cualquier COSMO-GÉNESIS, resultaría tan absurda como suponer la aparición de un automóvil por generación espontánea producto del azar, sin fábrica especial, sin ingenieros, sin mecánicos, etc.

La trayectoria de las GALAXIAS jamás indica que estas tengan su origen o punto de partida original en un núcleo tan reducido como el huevo hipotético de LEMAITRE.

Como prueba de esto tenemos que el ángulo de dispersión varía siempre entre 20 y 30 grados, o sea que pueden haber pasado a enormes distancias del supuesto centro.