«Si aquel que corta árboles y mata ganado, o hace fango sangriento en la batalla, y por todo eso alcanza el cielo, entonces déjenme preguntar, ¿quién va al infierno?». Pancatantra.

Con alguna frecuencia, aquéllos que presentan razones éticas y biológicas para practicar el vegetarianismo, son combatidos con argumentos basados en la Biblia, los cuales su puestamente favorecen el consumo de la carne.

Como ya sabemos, la carne no es necesaria ni para la salud ni para mejorar nuestras vidas. Asi pues, vemos que si algunos pasajes de la Biblia aún parecen justificar la matanza de animales, no es una razón válida para permanecer en un estado de desarrollo moralmente bárbaro. Los dipsómanos pueden observar que Jesús bebió vino, pero eso no justifica el alcoholismo. Si deseamos continuar comiendo animales muertos y perpetuar la bestialidad de los mataderos, podemos tratar de referirnos a la Biblia, pero sólo pasaremos por tontos al buscar sitios en los cuales se recomienden los mataderos. Es cuestión de escogencia personal: o podemos ser los últimos en continuar con un hábito demoníaco, o podemos ser los primeros en seguir un camino hacia un mejor modo de vivir en paz con todos los demás seres, respetando sus derechos naturales a la vida.

No es una casualidad que las civilizaciones en las cuales se consume mucha carne, muestren también una alta frecuencia de asesinatos y guerras porque el sentimiento por las demás entidades vivientes está empañado. Usted está preparado hoy para matar a una entidad consciente como una vaca o un conejo, por el simple placer de su lengua, y mañana una persona cometerá agresiones inmisericordes contra sus congéneres humanos. Por ejemplo, las naciones del mundo se han visto envueltas muchas veces en luchas y guerras solamente para asegurar la tenencia de bienes supérfluos como las especias, o por un exceso de petróleo y gas. Los vegetarianos son en general mucho menos agresivos que los comedores de carne.

A través de la historia, hombres y mujeres iluminados han luchado por mejorar la condición humana. Hubo quienes creyeron que los trabajadores tenían derechos elementales, aquellos que pelearon por abolir la esclavitud y aquellos que trataron de detener el trabajo de los niños. A través de las epocas encontramos pequeños grupos de pioneros que vislumbraron la realidad del presente y dedicaron sus vidas al progreso de la humanidad para un mejor futuro. Los primeros Cristianos, incluyendo a Cristo mismo, dedicaron sus vidas a propagar una enseñanza de amor y compasión, protestando contra los sacrificios de animales y la opresión de Roma. Ellos no se sintieron amarrados por las tradiciones, las intrigas religiosas y las palabras escritas. Nosotros estamos ahora en una posición similar. Podemos continuar el camino fácil de la tradición mal entendida, o podemos empezar a aplicar elevados conceptos de moral en la vida diaria. El más grande mandamiento del Nuevo Testamento, renovado por Cristo mismo y reiterado una y otra vez por la 1iteratura Védica, es amar a Dios sobre todas las cosas y a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Y, ¿Quién es ese prójimo?. Los otros hombres, las vacas, los perros, los pequeños insectos, inclusive los árboles y las plantas. Y las palabras «nosotros mismos», se refieren realmente al Yo espiritual, al alma interior y no solamente a este cuerpo temporal.

Si la Biblia realmente apoyara el comer carne habria alguna justificación para continuar con esa práctica; pero nada está más lejos de la realidad. En ella el vegetarianismo no está solamente indicado sino realmente exigido. Por ejemplo, en el Génesis 9:4,5 se prohibe directamente comer carne: «Pero carne con su vida, que es su sangre, no comeréis.» «Porque ciertamente demandaré la sangre de vuestras vidas; de mano de todo animal la demandaré; y de mano del hombre; de mano del varón su hermano, demandaré la vida del hombre.» A menos que se especifique o tra cosa, las citas Biblicas fueron tomadas de la Biblia colección Historia Universal de la literatura Editorial Oveja Negra – 1.984. En el Levitico (Cap. 3, Ver. 17) se dice: «Este es un decreto perpetuo de generación en generación, donde quiera que vivan. Los Israelitas no comerán ni grasa ni sangre». Posteriormente en el 7:23 se dice: «No comerán sebo de buey, ni de cordero, ni de cabra». En el mismo capítulo se dice: «Porque todo aquél que come grasa de algún animal que suele ofrecerse en sacrificio al Señor, no será considerado por más tiempo hijo de Dios. No importa dónde vivan los Israelitas, nunca deben utilizar la sangre de pájaros o animales para la comida (Levitico, 7:25,26). Existen muchos versos similares. La matanza conforme al ritual judio de cortar la garganta del animal y dejar que la sangre salga, no evade estas instrucciones, ya que no toda la sangre de un animal puede ser drenada o eliminada de sus arterias, y el uso de las partes delanteras y posteriores no evita la presencia de grasa…Por lo tanto, las costumbres judaicas parecen ser un claro intento de evitar las instrucciones del Antiguo Testamento acerca de no comer entidades vivientes que tuvieran sangre dentro de ellas. Las plantas, por supuesto, no sangran.

En los libros posteriores de la Biblia, los Profetas mayores condenan también el comer carne: Isaias (1:11,12,15 y 16) afirma: «¿ Para qué me sirve?», dice Jehová, «la multitud de vuestros sacrificios ?. Hastiado estoy de holocaustos de carneros y de sebo de animales gordos; no quiero sangre de bueyes, ni de ovejas, ni de machos cabrios.» » ¿ Quién demanda ésto de vuestras manos?, cuando venis a presentaros delante de Mi para hollar Mis atrios?…» Cuando extendáis vuestras manos, Yo esconderé de vosotros Mis ojos; asi mismo cuando multipliquéis la oración, Yo no os oiré; llenas están de sangre vuestras manos». «Lavaos y limpiaos; quitad la iniquidad de vuestras obras de delante de Mis ojos; dejad de hacer lo malo». De acuerdo con Isaias, (66.3) la matanza de las vacas es particularmente aberrante: » El que sacrifica buey es como si matase a un hombre…».

También encontramos en la Biblia la historia de Daniel, quien mientras estuvo en prisión en Babilonia se negó a recibir la carne que le ofrecian sus carceleros, prefiriendo comer sencillamente comida vegetariana.

En el Génesis (1:11,12), se dice: «Después dijo Dios: produzca la tierra hierba verde, hierba que dé semilla; árbolde fruto que dé fruto según su género, que su semilla esté en él, sobre la tierra». Y fué asi. «Produjo,pues, la tierra hierba verde, hierba que dá semilla según su naturaleza, y árbol que dá fruto, cuya semilla está en él, según su género. Y vió Dios que era bueno». «Y dijo Dios: Hé aqui que os he dado toda planta que dá semilla, que está sobre toda la tierra, y todo árbol en que hay fruto y que dá semilla; osserán para comer.» «Y a toda bestia de la tierra, y a todas las aves de los cielos, y a todo lo que se arrastra sobre la tierra en que hay vida, toda planta verde les será para comer. Y fué asi.» (Gen. 1:29,30). Podria algo estar más en favor del vegetarianismo que lo que acabamos de leer?. La historia oficial de la Iglesia admite que la edición de la Biblia se hizo posteriormente en el Siglo IV, en el Concilio de Nicea (D.C. 325), cuando el Emperador Romano Constantino aceptó una forma de cristiandad que le permitiera continuar con la tradicional vida romana. No es que sugiramos que el vegetarianismo fué apoyado antes de este momento, sino que en los tiempos modernos hemos visto un ejemplo de un cambio de interpretación muy sutil dándole a la palabra «matar» el sentido de asesinar, limitando con ésto la prohibición de matar sólo a los seres humanos.