Según sostenían los alquimistas en la antigüedad, toda materia existente se componía de las combinaciones de 4 elementos básicos: TIERRA, AGUA, FUEGO Y AIRE. Según estos precursores de la química, se podría crear artificialmente, en laboratorio, cada uno de los metales conocidos. Nuestra vida terrenal depende del consumo de estos mismos 4 elementos estudiados por los alquimistas: tierra, aire, agua y fuego.

La Tierra representa nuestro alimento, ya sea del reino vegetal, animal o mineral. Todo lo que consumimos viene de la tierra. No podemos subsistir sin ingerir alimentos más que 2 o 3 meses.

El Aire, en cambio, lo necesitamos de continuo. No podríamos vivir más que unos pocos minutos sin él. Lo encontramos libremente envolviendo el planeta.

El Agua, es vital para nuestra subsistencia. No podríamos vivir más de que una semana a 10 días sin ingerirla.

El Fuego, representa la energía vital, que vamos consumiendo mientras vivimos, cuando laten nuestros corazones.

SIMBOLO DE PUREZA

¿Por qué el agua es el símbolo de la pureza? ¿Por qué el agua limpia toda suciedad? El agua es el mejor disolvente que existe en forma natural. Esto sucede porque las moléculas de agua se introducen como cinceles entre las moléculas de otros elementos y los separan y así es como limpian y purifican. Nuestro planeta Tierra se compone de un 70% de agua. Nosotros, los humanos también. Nuestro cuerpo está compuesto de un 70% de agua. Según algunos pensadores, esto no es mera coincidencia, sino que demuestra que nuestra encarnación en este planeta nos obligó a ser terrestres, con las mismas proporciones. Hasta tenemos las mismas proporciones de salinidad que los océanos. Desde que al hombre se le despertó la conciencia, en los albores de los tiempos, buscó re! velar los secretos de la creación. En esa búsqueda exploró primero su ambiente, su territorio, a pie. El AGUA fue su primer obstáculo: no podía alejarse de este elemento primordial porque de él dependía su existencia. El agua retuvo al hombre cerca de los ríos y le hizo buscar soluciones para poder alejarse más de tres días de sus linderos. Tuvo que vencer esos obstáculos para poder ir extendiendo su exploración de los territorios desconocidos. El hombre aprendió a conservar el agua en vasijas y así pudo desplazarse con ella. Aprendió, asimismo, a construir canoas, botes y naves para seguir extendiendo su conocimiento del planeta. Hoy, el hombre viaja por la tierra, por el agua, y también por el aire y el espacio. Las primeras rutas mundiales acuáticas, marítimas: los vikingos, los fenicios, los griegos y romanos, Marco Polo, los holandeses, franceses, ingleses, españoles y portugueses. Luego Cristóbal Colón y los exploradores que lo sucedieron. Las naves surcaron las aguas impulsadas primero a remo, más tarde a vela, con la energía de los vientos, y en épocas no lejanas, los barcos, con máquinas a vapor, cruzaron los mares con esa fuerza tremenda del elemento “blando”.

LA PARTE ESOTÉRICA SEGÚN EL TAO

la antigua filosofía de los sabios chinos, el agua es la mejor imagen del YIN. El YIN y el YANG son fuerzas mutuamente dependientes, constantemente interactivas y potencialmente intercambiables. A pesar de su polaridad, ambas contienen en su interior la semilla embrionaria de la otra como se ilustra en el conocido círculo Ying-Yang. El significado original del ideograma chino que represente el “Yin” es el de “la ladera umbría de una colina”. Representa la oscuridad y la pasividad, y se asocia con las cualidades de receptividad, flexibilidad, blandura y contracción. Se mueve hacia abajo y hacia dentro, y sus símbolos principales son el AGUA, la mujer y la tierra. “Yang” significa la “ladera soleada de la colina”, representa la luz y la actividad, se asocia con la resistencia, la dureza y la expansión, se mueve naturalmente hacia arriba y hacia afuera y sus símbolos son el fuego, el hombre y el cielo. El círculo en sí que contiene el Yin y el Yang representa la Fuente Suprema, medio Yin Y medio Yang. El límite entre las dos, en forma de “S”, indica que sus fronteras nunca son fijas. Siempre que el constante crecer y decrecer de las energías polares conduce a un exceso crítico de una u otra, ésta se transmuta espontáneamente en su opuesta. Un buen ejemplo de esta transformación lo vemos cuando el agua (Yin) absorbe tanto calor (Yang). Para los taoístas el cambio no es lineal, sino cíclico, y por lo tanto predecible. El Yin es más fuerte y más abundante que el Yang, pero el Yang es más visible y activo. En el mundo hay más agua que fuego, por ejemplo, pero los fenómenos relacionados con el fuego, como el relámpago, son más espectaculares y llaman más la atención. Las relaciones complementarias del Yin y del Yang impregnaron todo el Universo, y su oposición elemental proporciona la tensión dinámica necesaria para cualquier cambio o movimiento. El agua era una de las imágenes favoritas de Lao Tsé, que fue el “Viejo Sabio” chino que redactó el famoso Tao te King, hace 2500 años. Al igual que el vacío, el agua pasa en gran medida inadvertida, aunque posee mucho más poder que sus elementos opuestos. Una poesía de Lao Tse dice así: Nada bajo el cielo es más blando y suave que el agua Pero cuando ataca las cosas duras y resistentes ¡ninguna de ellas pueda superarla! Que lo suave vence a lo resistente y lo blando vence a lo duro ¡Es cosa que todo el mundo sabe! Pero que nadie utiliza Este pasaje es una excelente exposición de la filosofía Taoísta, donde el Tao es representando por la blandura, la suavidad y la irresistible potencia del agua. Es también una lección de sexualidad, demostrando cómo la mujer conquista al hombre, cediendo ante su pasión, utilizando su suavidad para vencer su dureza. Este pasaje se utiliza también para los practicantes de las artes marciales, para resaltar las virtudes de las tradicionales formas “blandas” de origen chino, como el Tai Chi Chuan, sobre sus derivados “duros” como el Karate Japonés. Así fue como actuó la China en su política exterior durante miles de años, antes del siglo XX. Varias veces conquistada   por los invasores tártaros, mongoles y manchúes, China cedió sin resistencia y se “situó debajo” de ellos, seduciendo a los vigorosos agresores con los irresistibles encantos de la cocina y el vestido, la pintura y la poesía, la música y la danza y, no menos importantes, de las mujeres chinas. En lugar de enfrentar al fuego con el fuego, China combatió el fuego con agua y salió vencedora, reduciendo a sus invasores duros como una roca, a un montón de arena. A la larga, China sobrevivió y prosperó mientras sus diversos “conquistadores” desaparecían para siempre del escenario de la historia. Este mismo principio se está aplicando estos días en la Resistencia Civil  del pueblo Quito- Ecuador denominada la Revolución de los Forajidos en contra de la dictadura del Coronel Lucio Gutiérrez y que produjo la salida del poder, la sustitución y la observación al nuevo mandatario a fin de que se produzca los cambios que requiere la sociedad ecuatoriana para superar la grave crisis moral, económica y sobretodo ética. Lao Tsé admiraba el agua puesto que ésta beneficia todos los seres vivos, sin atribuirse mérito alguno por ello. Ciertamente, tras conferir sus beneficios vitales a campo y arroyo, a hombre y animal, el agua se da plenamente por satisfecha, acumulándose para descansar en los lugares más bajos y oscuros de la tierra. Cae desde el cielo en forma de lluvia y, una vez realizado su trabajo, fluye hacia los más profundos escondrijos de la tierra, para volver a fluir.