Sin Santidad no se consigue nada. Entre el Incienso de la oración también se esconde el delito. Todas las escuelas espiritualistas están llenas de adulterios, fornicaciones, murmuraciones, envidias, difamaciones, etc.

El orgullo se viste con la túnica de humildad, y entre el ropaje de la santidad el adulterio se viste de santo.

Las peores maldades que yo he conocido en la vida, las he visto en las escuelas espiritualistas.

Parece increíble, pero entre el óleo de la mirra y el incienso de la paz, también se esconde el delito.

Los devotos esconden sus delitos entre el sigilo de sus templos. Los profanos tienen el merito de no esconder el delito.

Los devotos sonríen llenos de fraternidad y clavan el puñal de la traición en la espalda de su Hermano.

 

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