El problema de la vivienda es uno de los problemas más graves de la vida moderna. Existe muchísima maldad acumulada en los organismos sociales que nuestros filósofos y políticos tratan de remediar.
Realmente el problema de la vivienda no debería existir porque existe suficiente espacio vital en la naturaleza. Esta es en extremo pródiga con todas sus criaturas y si estas no resuelven ni siquiera el problema de la vivienda tiene que haber habido inevitablemente una trasgresión de las leyes de la naturaleza, ya individualmente o por la organización a que pertenece.
Si queremos resolver el problema de la vivienda necesitamos armonizar las leyes del mundo humano con las leyes de la naturaleza. No existe otro camino para resolver el problema de la vivienda.
La masa es una extensión del individuo y si queremos resolver el problema colectivo de la vivienda es urgente que cada individuo se haga plenamente consciente de su propio problema. Es lamentable el estado de inconsciencia en que vive el individuo. Realmente el individuo tiene la Conciencia Dormida. Sólo así podemos explicarnos que exista en el mundo el problema de la vivienda. Si el individuo tuviera la Conciencia Despierta, las masas tendrían la Conciencia Despierta, y el problema de la vivienda, es lógico que no existiría.
Sólo individuos con la Conciencia Dormida pueden vivir con sus mujeres y sus hijos en apartamentos de edificios de treinta o cuarenta o más pisos.
Es en extremo doloroso ver tantos niños encerrados como ratas dentro de los edificios de las grandes ciudades. Esos niños no tienen la dicha de jugar felices entre el seno de la naturaleza. Esos niños no tienen la felicidad de correr felices por los bosques sublimes de la madre natura. Sus vidas han sido condenadas a la desgracia por sus inconscientes padres que los trajeron al mundo.
Ha llegado la hora de reflexionar un poco. Cada individuo debe Despertar la Conciencia. Es urgente resolver el problema de la vivienda. Es necesario que el individuo se haga consciente de este problema, cuando haya grupos plenamente conscientes del problema de la vivienda, entonces podemos actuar colectivamente para resolver dicho problema. Es necesario hacer comprender a los gobernantes de la tierra, a los poderosos, la necesidad de resolver el problema de la vivienda.
Nosotros proponemos dos cosas para resolver el problema de la vivienda, primero: municipalización de la vivienda.
Segundo: descongestionamiento de la vida urbana.
Con el primer punto propuesto se puede abaratar el precio de la vivienda.
Con el segundo punto propuesto se descongestiona la vida urbana haciéndose por tal motivo más factible mejorar la situación económica y social del pueblo.
La municipalización de la vivienda daría al estado fondos monetarios para ampliar el espacio vital de la vida urbana. Podría perfectamente establecerse en la periferia de las ciudades el maravilloso sistema de casa-granja.
Este sistema resulta inmensamente productivo para la sociedad porque la granja es fuente productiva de artículos de primera necesidad, tales como el huevo, la leche, las hortalizas, las frutas, etc., etc., etc.
Algunos gobiernos de la América Latina ya han iniciado este sistema con maravillosos resultados. La idea está en el ambiente, lo importante es ampliarla. Es necesario descongestionar la vida urbana, iniciar un éxodo hacia la periferia de las ciudades. No es necesario confiscarle los bienes a nadie.
No se necesitan los golpes de estado ni los fusilamientos, no es indispensable quitarle a nadie sus bienes. Los gobiernos de la tierra pueden negociar con los dueños de casas y edificios, comprar, permutar, cambiar casas por lotes, o por viviendas estilo casa-granja construidas en la periferia de las ciudades. El negocio de casas debe hacerse obligatorio para bien de los pueblos. Los individuos deberían en este caso negociar obligatoriamente con el estado a fin de solucionar el problema colectivo de las masas.
El estado debe invertir parte de sus fondos monetarios en la construcción de casas granjas.
Es muy justo que los trabajadores de todos los gremios tengan la dicha de vivir en su casa propia, hemos visto con dolor a muchos trabajadores viviendo en chozas de palos y latas, o en cuevas inmundas, o en casuchas de cartón como verdaderos cerdos. El resultado de semejante miseria son siempre los golpes de estado, las dictaduras sangrientas, las conspiraciones de los descontentos, las revueltas de sangre y aguardiente.
El planeta tierra tiene suficiente espacio vital como para resolver el problema de la vivienda. Lo que se necesita es comprensión. Todo grupo de hombres comprensivos puede asociarse para trabajar ante los gobiernos de la tierra por la solución del problema de la vivienda.
Los poderosos de la tierra edifican con el ánimo de explotar al prójimo, construyen mansiones señoriales para que en ellas vivan los ricos y levantan edificios de 80 y 100 pisos para que en ellos vivan los trabajadores del músculo y del intelecto, pero se olvidan de los infelices. Las ciudades están llenas de madres que con sus hijos vagan de calle en calle buscando abrigo, niños pobres que no tienen donde pasar la noche, ancianos que se mueren de frío, etc. realmente no hay compasión para los infelices, es necesario cambiar inteligentemente todo este orden de cosas e iniciar una nueva era entre el augusto tronar del pensamiento.
Resulta completamente absurdo vivir unos sobre otros como monos o simios, en edificios de 80 y 90 pisos, eso no es civilización eso es falta de inteligencia, familias enteras viviendo como ratas entre cajones o apartamentos de aire viciado sin luz y sin vida, ancianos y niños, mujeres y hombres, todos encaramados unos sobre otros, piso sobre piso, habitación sobre habitación, eso es completamente absurdo y estúpido.
El mundo tiene suficiente espacio vital para todos, el sistema de casa-granja y el descongestionamiento de la vida urbana resolverán el problema de la vivienda.
En la periferia de muchas ciudades ya existe el sistema de casa-granja, desgraciadamente para la burocracia únicamente. Es necesario ampliar este sistema para todo el mundo. Es urgente hacer casas-granjas para todos los ciudadanos, ricos y pobres, mendigos y peones, etc., etc., etc., todos somos hermanos y tenemos de hecho los mismos derechos. Solo reconociendo a todo ser sus derechos podemos acabar para siempre con las violencias políticas, y con las revoluciones de sangre de extrema derecha o extrema izquierda. Con justa razón dijo Benito Juárez, el benemérito de las Américas: “Entre los individuos como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”.
No es justo que los ciudadanos no tengan una vivienda propia, es necesario resolver cuanto antes este problema de la vivienda. La vida en mancomún dentro de edificios, o dentro de casas de apartamentos, o multifamiliar es peligrosísima para la salud pública porque las enfermedades se contagian fácilmente.
El aire viciado cargado de ácido carbónico daña la salud de los ciudadanos; los niños se levantan enfermizos y débiles, las madres en cinta transplantan a las criaturas que llevan entre sus vientres todo el aire viciado que respiran; eso es fatal para las nuevas generaciones.
Realmente nuestra tan cacareada civilización moderna es barbarie del peor género, es urgente comprender la necesidad de resolver el problema social, es indispensable armonizarnos con las leyes de la naturaleza.
Debe existir espacio vital entre vivienda y vivienda, deben existir jardines, árboles y flores entre vivienda y vivienda, debe velarse por la salud pública.
Es urgente iniciar un éxodo público en grande escala que vaya del centro hacia la periferia. Sólo así podemos lograr la solución del problema de la vivienda.
Los gobiernos comprendiendo la necesidad de descongestionar la vida urbana y de solucionar el problema de la vivienda deben cambiar sus oficinas y edificios gubernamentales, edificándolos nuevamente en la periferia de las ciudades. Así se promueve un rápido descongestionamiento de la urbe. Es indispensable luchar intensamente por un nuevo orden de cosas par realizar el Cristo Social sobre la faz de la tierra.