León Trotsky nació con el nombre de Leiba Bronstein el 25 octubre (7 de noviembre en el calendario Gregoriano) de 1879 a las 10:09 p.m., en el pueblo Yanovka, cerca de Bobrinets en la provincia de Kherson en Ucrania. Algunas fuentes extranjeras afirman que llegó al mundo el 26 de octubre. Dmitri Volkogonov, sin embargo, fijó el 25 en su libro «Trotsky».
El calendario Juliano en que el nuevo año comienza 13 días después que en el Gregoriano, fue usado en Rusia antes de la revolución Bolchevique. El padre de Leiba, David Bronstein, era un hombre de fortuna, un hacendado judío. De hecho, la familia de Bronstein poseía todo el pueblo.
En 1888, cuando Leiba tenía 7 años, empezó asistiendo a una escuela Heder judía dónde los estudios se impartían en hebreo. (Dmitri Volkogonov, «Trotsky», Moscú, 1994, pág. 31.) Los niños en esta escuela judía también estudiaban el Talmud. Según el Talmud, los judíos son el Pueblo Escogido de Dios que va a jugar el rol principal en el mundo. En 1911 los judíos tenían 43 escuelas de este tipo, solamente en Odessa, un pueblo en que el 36.4 por ciento de la población era judía en 1926. Leiba comenzó coleccionando dibujos pornográficos a la edad de ocho años.
En 1888 Leiba comenzó su educación secundaria en la escuela St. Paul en Odessa, pero terminó su último año en Nikolaievsk dónde conoció a un judío Checo, Franz Schwigowsky que reclutó a Leiba de 17 años para una sociedad secreta – «la Liga de los Obreros». Los miembros de «la Liga» fueron encarcelados, incluyendo a Leiba Bronstein, el 28 de enero de 1898. Fue encarcelado en Odessa dónde pasó dos años antes de que fuera desterrado a Siberia por cuatro años. El 21 de agosto de 1902, escapó de Siberia.
Primero fue a Viena dónde encontró en seguida al judío «revolucionario» y francmasón Viktor Adler, que publicaba el periódico Arbeiter-Zeitung ( Periódico de Obreros).
Entonces su camino a Londres fue preparado.
El hombre que transformó a Leiba Bronstein en un monstruo revolucionario bajo el nombre de León (Lev) Trotsky, era un judío francmasón de alto nivel jerárquico, el illuminatus Israel Helphand, quien usaba en un golpe de ironía misma, el alias de Alexander Parvus (Alejandro el Pequeño).
La manera en que Helphand entró en contacto con Bronstein no se ha revelado, ni aún por las últimas investigaciones sobre la materia. Podría presumirse que se encontró con Parvus a través de Lenín quien ya se encontraba desde el otoño de 1902 en Londres.
Fue en 1902 cuando Bronstein comenzó a llamarse Trotsky.
Leiba Bronstein consideró a Pavel Axelrod primero, y a Parvus más tarde como sus mentores y guías. Nunca estudió en una universidad. Las enciclopedias occidentales han afirmado que Trotsky estudió en la Universidad de Kiev, pero éste no fue el caso. Sus contactos con Parvus fueron la única «universidad» que él necesitó.
Trotsky permaneció en Europa Occidental hasta enero de 1905, cuando retornó a Rusia junto con Parvus a organizar una «revolución.» Junto con Parvus, editó el periódico socialista, Nachalo (El Principio).
Muchos mitos retocados se unieron al nombre de Trotsky, sobre todo en Occidente dónde era presentado como una personalidad» «gigantesca, «un hombre excelente», «un tipo educado y afable». Estos mitos llegaron a Moscú en el otoño de 1988, cuando Trotsky fue rehabilitado de las imputaciones de Stalin contra él. También se ha afirmado que todo habría sido mucho mejor si Trotsky hubiese sido el Secretario General del Comité Central.
¿Es esto verdadero? Por medio de los documentos históricos, los propios escritos de Trotsky y otras fuentes, demostraré lo contrario. Fue una suerte que Trotsky no llegara a la cabeza del Partido Comunista. Historiadores honestos, también en Rusia, han comenzado a considerar a Trotsky una alternativa aún más terrible en la dirección que la de Stalin.
El mito sobre Trotsky está claramente basado en la propaganda de un Comunismo bueno como opuesto al Comunismo malo de Stalin. Esta es la razón por la cual se ha enfatizado una y otra vez cuán elegante era Trotsky, y cuan rudo y vulgar era Stalin.
También se suponía que Trotsky estaba interesado en la cultura.
El mito alrededor de Trotsky principalmente se lo creó él mismo. Hace historia con una seriedad ostensible, sobre cosas que era bastante ignorante. Su falsificación de la historia de la «revolución rusa» es apreciada en Suecia por el historiador Kristian Gerner, entre otros. (Svenska Dagbladet, 6 de septiembre de 1988.)