Hoy no existen muchos que saben que Moses Hess estaba conectado al Illuminati.
Fue él quien introdujo a Marx y a Engels al Illuminati. Hoy El 5 de julio de 1843, en la Logia ‘Le Socialiste’ en Bruselas, el líder Masónico Ragon, presentó el proyecto para el plan revolucionario de acción, que después, fue desarrollado en el «El Manifiesto Comunista».
La Logia ‘Le Socialiste’ envió la propuesta a la autoridad Masónica más grande de Bélgica, el Concejo Supremo de Bélgica, y decidieron aceptar el programa del anarquista Ragon unánimemente, como correspondiente a la doctrina Masónica con respecto a la cuestión social, y que el mundo que está unido al Gran Oriente debería, con todos los medios concebibles, trabajar para llevarlo a cabo«.(Boletín del Gran Oriente, junio de 1843) El 17 de noviembre de 1845, Karl Marx se incorporó como miembro de la Logia ‘Le Socialiste’. En febrero de 1848, Marx publicó su «Manifiesto Comunista» bajo el patrocinio de la dirección Masónica.
Marx y Engels fueron francmasones del grado 31. (Vladimir Istarkhov, «La Batalla de los Dioses Rusos», Moscú, 2000, pág. 154.) En 1847, Marx y Engels se incorporaron a la Liga de los Hombres Justos, una de las ramas ocultas del Illuminati, dónde el judío Jakob Venedey jugó un importante rol.
Esta organización secreta, fue fundada en 1836 en París, por socialistas judíos «revolucionarios.» El 12 de mayo de 1839, La Liga de los Justos, junto con otro grupo conspirativo, ‘The Season’, intentaron tomar el poder en Francia bajo la dirección de los francmasones judíos Joseph Moll, Karl Christian Schapper y el fundador de la organización, el francmasón Louis Auguste Blanqui. El intento falló y Blanqui fue encarcelado. Los líderes escaparon a Londres dónde La Liga de los Justos se transformó en una organización de subversivos internacionales, encabezados por Joseph Moll y Karl Schapper. Un golpe similar también intentaron en Polonia y Francia en 1831 que también fallaron.
La élite financiera y el Illuminati necesitaban una ideología conveniente para camuflar sus aspiraciones por el Poder. Quisieron llevar a cabo ciertos planes conspiracionales y al mismo tiempo propagar el ateísmo.
Los trabajadores pasaron a ser sus «tontos útiles» y que podrían ser usados como excelentes herramientas ciegas, que ellos esperaban poder manipular lo más eficazmente posible. Para llevar a cabo su conspiración en nombre de las clases trabajadoras, ellos tenían que cultivar y formar todos los tipos de comunistas y las Utopías socialistas. Hess esperaba aprovecharse de la envidia del proletariado tonto, para provocar un infierno en la tierra, dónde el temor, sufrimiento, el terror y la traición controlaran todo – Comunismo.
Esta es la razón por la cual Moses Hess, sugirió transformar La Liga de los justos en un Partido Comunista en noviembre de 1847. Junto con Engels, Marx reorganizaron (término soviético) la Liga antes del fin del año.
Moses Hess, Karl Marx, Friedrich Engels, Wilhelm Weitling, Hermann Kriege, Joseph Weydemeyer, Ernst y Ferdinand Wolf jugaron roles importantes.
Marx fue comisionado para escribir el Manifiesto del Partido Comunista, según la Enciclopedia Soviet-Estonian. Fue Moses Hess quien hizo desarrollar la religión de la revolución socialista. Se hizo esto con el cooperación del tratante de esclavos, Jean Lafitte-Laflinne.
«El Manifiesto Comunista» fue publicado en Londres. En este documento, Marx había desarrollado sólo un poco más allá las ideas de los líderes del Illuminismo, Adam Weishaupt y Clinton Roosevelt. Usó al mismo tiempo, la experiencia conspiracional del comunista Utópico e Illuminatus, François Noel Babeuf (1760-1797) para mostrar el camino a la revolución Socialista (Illuminista).
De esta forma, el Comunismo y el Socialismo se transformaron en los nombres codificados del programa del Illuminati, el cual extinguiría todos los principios morales, inmediatamente después todo sería permitido. Después de esto, el Illuminati, hizo todo lo posible para diseminar la nueva religión cuyo profeta y apóstol sería Karl Marx, quien escribió: “Un fantasma acecha a Europa – el espectro del Comunismo”. (“Manifiesto Comunista”) Contra las religiones competidoras, Marx levantó el eslogan «¡La Religión es el opio de los pueblos!» Se comenzó a propagar a diestra y siniestra la idea que la vieja sociedad sólo podía acabarse por «un sólo método – con el terrorismo revolucionario».
«El Manifiesto comunista», abiertamente declara que debe usarse la fuerza para conquistar el mundo: «¡Las clases gobernantes temblarán ante la próxima Revolución comunista!». «Sólo podremos alcanzar nuestras metas derrocando violenta y totalmente el orden establecido».
En «Das Kapital» (1867), Marx también creyó completamente necesario enfatizar la necesidad de la violencia en las acciones socialistas. Escribió: «La Violencia es la partera que ayuda a una nueva sociedad en el forcejeo para salir del útero de la antigua.» Los eslóganes como «¡Trabajadores del Mundo, Uníos!» fue necesario para conseguir el ejército de ciegos que ayudaran al Illuminati a tomar el poder, antes de que ellos fueran dominados y finalmente esclavizados – todo esto en nombre de «traer-la-luz» del Comunismo.
La lucha de Clases era para abolir muchas de las libertades individuales y simplificar la extinción de enraizados valores culturales y la creación.
Se enfatizaba ávidamente que el Socialismo era imposible sin revolución.
Naturalmente, estas «teorías» estaban llenas de contradicciones. Esta línea de pensamiento sólo se preocupaba de la forma en que el trabajo físico creaba bienes.
En contraste, no reconocía el pensamiento creativo, que podría decirse que, da forma al mundo en una magnitud aún mayor.
De esta manera demostraba, a cualquiera con algo de visión, que sus teorías sólo estaban dirigidas como señuelo para los trabajadores y osadamente aprovecharse de su inmadurez intelectual. Las personas inteligentes y dotadas que no estuviesen de acuerdo, estarían determinadas a perecer.
Se exhortó a los revolucionarios para no ser ni generosos ni honestos y definitivamente para no ponerse nerviosos ante la perspectiva de una guerra civil. (K. Marx y F. Engels, «Trabajos», Moscú, Volumen 33, pág. 772.) El resultado fue, que los marxistas establecieron una nueva y completa forma de propaganda predicando justas mentiras a un pueblo simple y descontento.
Marx recomendaba la industrialización de la sociedad para que las masas encontraran empleo. De esta manera ellos podrían ser reclutados como obreros.
Tanto si se necesitaban o no los productos de la industria no era importante para los Illuminati, tampoco si el proceso de producción dañaba el ambiente. Si las personas quedaban desempleadas y con tiempo para pensar, el violento régimen del Illuminati podría estar en peligro.
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